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Cuerpo-Territorio y Defensa de la Vida: Ecofeminismo, Violencias y Resistencias

Cuerpo-Territorio y Defensa de la Vida: Ecofeminismo, Violencias y Resistencias

Desde nuestra organización analizamos cómo la relación entre los cuerpos de las mujeres y los territorios que habitan se ha convertido en un eje fundamental para comprender las violencias socioambientales, los impactos del modelo extractivista y las formas de resistencia que emergen en múltiples geografías. Los encuentros entre mujeres defensoras de distintas regiones evidencian la necesidad urgente de reconectar con nuestras raíces, escuchar a nuestras ancestras y repensar las narrativas globales desde perspectivas decoloniales, ecofeministas y antirracistas.

 

Comprender el cuerpo-territorio: una interdependencia vital


El cuerpo-territorio puede entenderse como un sistema interconectado de relaciones donde el bienestar humano está profundamente ligado al bienestar de la tierra y de la comunidad. Esta visión nos ayuda a comprender que las agresiones ambientales no solo transforman los territorios: son también violencias directas sobre los cuerpos de las mujeres, especialmente de aquellas que sostienen la vida, la memoria y la organización comunitaria.

Durante siglos, los territorios han sido sometidos a modelos socioeconómicos basados en la acumulación, la explotación de los bienes naturales y la búsqueda de poder. Este paradigma insostenible —respaldado por mercados globales y sostenido por la impunidad de los Estados— ha producido desigualdades, extractivismo extremo y rupturas profundas con nuestros valores, culturas y formas ancestrales de cuidar la vida.

 

Violencias que atraviesan el cuerpo-territorio de las mujeres


La expansión de la minería, hidroeléctricas, agroindustria, deforestación y megaproyectos deja una cadena de impactos que recaen con mayor fuerza sobre las mujeres. Estas violencias se manifiestan en distintas dimensiones:

 

Violencias machistas y comunitarias

  • Hostigamiento por asumir roles de liderazgo.
  • Violencias intrafamiliares y comunitarias.
  • Dificultades para mantener roles de cuidado, alimentación y acceso a agua.


Vulneración de derechos sexuales y reproductivos

  • Embarazos de riesgo y aumento de mortalidad maternoinfantil.
  • Embarazos forzados y precoces.
  • Enfermedades vinculadas a la contaminación del aire, agua y alimentos.


Violencias sexuales

  • Uso del cuerpo de las mujeres como arma de guerra.
  • Acoso e intimidación sexual.
  • Prostitución y trata con fines de explotación sexual o laboral.


Violencias psicológicas y emocionales

  • Amenazas contra familiares como mecanismo de desarticulación.
  • Criminalización del liderazgo femenino.
  • Aumento del estrés, la ansiedad y los trastornos de salud mental.


Rupturas comunitarias y culturales

  • Destrucción de espacios sagrados.
  • Pérdida de memoria histórica y saberes ancestrales.
  • Fragmentación del tejido social.


Estas violencias están atravesadas por estructuras coloniales, patriarcales y extractivas que se refuerzan entre sí. Los cuerpos de las mujeres —especialmente los de las lideresas defensoras— se convierten así en escenarios de conflicto, pero también de resistencia.

 

 

Impactos ambientales: el avance del extractivismo

Las actividades extractivas generan efectos ambientales irreversibles:

  • Deforestación masiva.
  • Contaminación del aire, del agua y del suelo.
  • Pérdida de biodiversidad.
  • Alteración del caudal y temperatura de los ríos.
  • Aumento de gases de efecto invernadero.
  • Aparición de enfermedades infecciosas y respiratorias.
  • Degradación de suelos fértiles y desertificación.


En territorios como la Amazonía, Colombia, Honduras y Guatemala, estos impactos se intensifican en contextos atravesados por la presencia de grupos armados, crimen organizado, desplazamientos forzados y violencias estructurales que afectan de manera específica a las mujeres defensoras.

 

Mujeres defensoras: liderazgo que sostiene la vida


A pesar de las múltiples opresiones, las mujeres en todo el mundo están organizándose para hacer frente a la destrucción de sus territorios y a las desigualdades que sostienen el extractivismo. Su liderazgo se hace visible en:

  • Redes comunitarias de defensa del territorio.
  • Procesos de sanación colectiva y transmisión de saberes.
  • Movilizaciones contra megaproyectos.
  • Estrategias de cuidado mutuo y sororidad.
  • Acciones legales, políticas y comunicativas para la protección ambiental.

El papel de las mujeres defensoras es esencial: construyen alternativas, sostienen el tejido social y promueven caminos hacia la justicia, la reparación y la sostenibilidad de la vida.

 

Hacia un enfoque transformador y feminista del territorio


Defender el cuerpo-territorio es defender la vida. Significa reconocer que no hay justicia ambiental sin justicia de género, que la sostenibilidad depende de la participación activa y consciente de las mujeres, y que los procesos de resistencia liderados por ellas son esenciales para imaginar futuros más justos, sanos y equitativos.

Hoy más que nunca, escuchar y acompañar a las mujeres defensoras es un compromiso ineludible: su lucha no solo protege territorios, sino que preserva la memoria, la identidad y la continuidad de la vida.