Natalia «Sin el apoyo del JRS, habría sido imposible integrarme»

Natalia, de 24 años, es de Mykolaiv. Antes de que empezara la guerra, estaba de baja por maternidad, y su hija Lilia sólo tenía un año. Cuando empezó la guerra, su marido se fue a servir en las Fuerzas Armadas ucranianas para defender al país del enemigo. Abandonar Ucrania fue difícil para Natalia porque su marido se quedó allí, pero el miedo por la vida de su hija Lilia acabó obligándola a marcharse. Así, se encontró en Rumanía.
"No fue fácil. Me sentía como en otro planeta", recuerda Natalia. "Por suerte, mi madre estaba conmigo. Enseguida encontró trabajo en una panadería. Yo también quería trabajar, porque el dinero escaseaba. Lo que ganaba mi madre sólo cubría las necesidades más básicas. Cuando el programa de ayuda del gobierno estaba activo, las cosas eran un poco más fáciles, pero cuando terminó, me di cuenta de que no sobreviviríamos a menos que yo también trabajara. Pero el mayor problema era quién cuidaría de la pequeña Lilia".
Se enteró por unos conocidos de que el JRS Rumanía ofrecía un centro educativo para niños ucranianos. Se puso en contacto con ellos con la esperanza de matricular a su hija para poder trabajar. "Estoy agradecida porque me entendieron y me apoyaron. Ahora, Lilia va a la guardería de la mañana a la noche, y mi madre y yo trabajamos en la panadería en dos turnos. ¿Es fácil? No. El trabajo es duro. Pero soy feliz incluso con esto. Estoy contenta de que, gracias al JRS Rumanía, puedo trabajar y mantener a mi hija", explica.

Este tiempo también le ha permitido integrarse más en la comunidad. Natalia destaca: "Creo que mi integración aquí está siendo un éxito. Pero entiendo que sin el apoyo de una organización como el JRS, habría sido imposible. Durante mi estancia en Bucarest, he aprendido el idioma. Por supuesto, todavía está lejos de ser perfecto, pero lo estoy intentando. Me comunico con la gente local de Rumanía, y puedo ver lo contentos que se ponen cuando se dan cuenta de que un ucraniano ha aprendido su idioma".
De cara al futuro, a Natalia le gustaría quedarse en Rumanía. "Me gusta mucho Bucarest. Desde luego, no pensamos mudarnos a otro país. Es más, admito que me gustaría mucho quedarme aquí. No sé cómo, pero me encantaría. Quiero traer aquí a mi marido de Ucrania y seguir construyendo nuestra vida en Rumanía", subraya.
El JRS trabaja junto a la Red Xavier, Concordia Moldova, la Compañía de Jesús en Europa, la sociedad civil local y las ONG en una respuesta jesuita coordinada. Juntos ayudamos a miles de personas como Natalia. Puedes leer más sobre La Única Propuesta: la respuesta coordinada de los jesuitas para apoyar la crisis de Ucrania.