Silencio que mata a fuego lento
Domingo, 16 de febrero. En Bukavu, RD Congo, esa fecha marca el inicio de una pesadilla. Lo recuerda una mujer desplazada, y que, meses después, lo describe como “morir a fuego lento”. Desde entonces, su vida cambió drásticamente. Su testimonio —anónimo, por seguridad— habla de miedo, de incertidumbre, de un futuro que ahora no se puede imaginar. “No sé si hablar o callar. Pero si me callo, ¿quién nos salvará?”. Lo dice ella, periodista y activista de los Derechos Humanos.
Durante más de cuatro meses una ocupación rebelde ha devastado comunidades enteras en las regiones de Kivu Norte y Kivu Sur al este de la República Democrática del Congo. Los relatos que nos llegan son duros: violaciones públicas, cuerpos acribillados abandonados en las calles, menores separados de sus familias, mujeres sin refugio. Las calles, antes llenas de comercio, ahora están vacías. Los negocios cerraron, los hospitales colapsaron, y periodistas y defensoras de derechos humanos son perseguidos por contar lo que sucede.
Esta periodista de AFEM, asociación de mujeres periodistas de Kivu Sur con la que Alboan colabora desde hace años, nos relata con cierta inquietud su situación: “Allí, hablar es peligroso. Pero quedarse en silencio también mata”. Vive con incertidumbre, preocupada por su seguridad y la de quienes aún resisten informando. Su mensaje no puede ser más claro: que no les olvidemos.
Salud sexual y reproductiva
En los campos de personas desplazadas, la vida sigue, pero de forma precaria. Muchas mujeres no tienen acceso a productos básicos como alimentos, agua limpia o materiales para la higiene menstrual. La atención médica es escasa o inexistente, y el personal sanitario, agotado emocionalmente, atiende como puede a cientos de personas heridas o enfermas.
Y, sin embargo, entre tanta oscuridad, se enciende alguna luz. En las comunidades donde trabajamos con nuestras socias locales, un proyecto de sensibilización en salud sexual y reproductiva ha empezado a romper tabúes. Gracias a la educación y al diálogo, hablar de menstruación, aborto o consentimiento ya no es un acto prohibido, sino un derecho. Las jóvenes comienzan a conocer sus cuerpos, sus derechos, y el poder de su voz. Es poco, pero señala cuál es el camino a seguir.
Nuestra interlocutora nos realiza una última petición: “tenéis que escuchar nuestro grito y amplificarlo”. Y eso es lo mínimo que podemos hacer.
Desde Alboan trabajamos para acompañar, para escuchar, para actuar. Sabemos que no podemos hacerlo en solitario. Hoy, queremos invitarte a eso: a no mirar hacia otro lado. A no dejar que el fuego del silencio siga consumiendo vidas. Porque cada historia como la de Bukavu merece ser contada. Y, sobre todo, merece justicia.

Por qué el conflicto armado tiene un efecto diferente en las mujeres
Como un plus añadido, las mujeres sufren la violencia basada en género, especialmente la violencia sexual, que viene a ser un arma de guerra. Los grupos armados libran la guerra sobre el cuerpo de la mujer. Al destruir a una mujer se desestabiliza a la comunidad. Muchas mujeres, que todavía tienen fuerza para huir, se ven obligadas a abandonar su comunidad, para escapar de estas atrocidades.
Y hay mujeres que se han constituido en defensoras de los derechos de otras mujeres. Luchan y quieren que toda la humanidad entienda su historia.