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Las dos caras de Costa Rica: paraíso de turistas, infierno de migrantes

Escrito por Karina Fonseca Vindas y Roy Arias Cruz, del SJM Costa Rica
Las dos caras de Costa Rica: paraíso de turistas, infierno de migrantes

Recientemente, el gobierno costarricense anunció su colaboración con Estados Unidos en la repatriación de migrantes. Un primer vuelo llegó con cerca de 200 personas, incluidos 65 niños y niñas, esposadas y atemorizadas, deportadas lejos del sueño americano. No se descarta que se realicen más traslados aéreos con personas deportadas a una Costa Rica, conocida internacionalmente por su belleza ecológica, pero tras los recientes acontecimientos, no puede esconder su cara más fea. 

Las personas deportadas, procedentes de países como China, Irán, Afganistán y Turquía, fueron entregadas a la Policía de Migración y trasladadas al Centro de Atención Temporal de Migrantes (CATEM), a más de 400 km de la capital. No es posible imaginar el estado en el que esas personas ingresaron en el CATEM. 

 

Centros de Atención Temporal de Migrantes, ¿refugio o prisión?


Se desconoce cuánto pasarán detenidas en el CATEM, junto a cientos de migrantes de otros países. Es preocupante la falta de garantías mínimas como traductores, libertad de movimiento, higiene, atención médica y alimentación en el lugar. Ni qué decir de la seguridad de mujeres, niños, niñas, ante el ingreso masivo de hombres en el centro, sin que se conozca el uso de espacios en el centro.

La prensa nacional e internacional independiente no tiene acceso a las instalaciones, ni cuenta con información sobre el trato que reciben las personas migrantes dentro del CATEM. A las organizaciones que trabajan en la defensa de los Derechos Humanos, tampoco tienen acceso.  La alarma se enciende por muchas razones, entre ellas, no saber si las personas recibirán la asistencia legal que necesitan, pues muchas son provenientes de países con contextos muy graves de violencia social, política y religiosa, con conflictos internos activos, a los que definitivamente todas estas personas podrían regresar.

Los contingentes migratorios son cada vez más heterogéneos en Costa Rica. Nos encontramos con personas de países de los que sabemos poco a nada. Hay una dinámica global interconectada, que muestra cifras alarmantes en términos de necesidades humanitarias. Las personas venezolanas siguen encabezando el grupo más numeroso de todas las nacionalidades que transitan en América Latina, pero con el inicio de la administración Trump, la deportación es la tónica y miles de personas están retornando en condiciones muy precarias por ver imposibilitado su ingreso a Estados Unidos. Es lo que se conoce como “flujo migratorio inverso”.  Mucha gente queda atrapada en países en los que no esperaban establecerse y otras muchas tratan de recuperar fuerzas antes de decidir si regresar a sus países recorriendo otra vez el horror de la selva del Darién, o esperar algún vuelo de deportación, intentar nuevamente llegar a Estados Unidos o establecerse en un territorio de la ruta en el que se les señala y se les rechaza.

 

Ninguna mujer forzada a abandonar su hogar.

 

Un rayo de esperanza en la frontera


Paso Canoas, un pequeño pueblo situado en la frontera con Panamá, se ve salpicado por estas decisiones geopolíticas. En este contexto el SJM-CR ha establecido Casa Arrupe, un pequeño centro de operaciones llamado Casa Arrupe. Con grandes limitaciones, esta casa acompaña la emergencia migratoria. Se trata de un espacio de acogida para personas migrantes en frontera sur de Costa Rica. Una casa de que brinda atención básica, en el que las familias atendidas reciben comida caliente, pueden asearse y conectarse a internet. 

En medio del desánimo, caminar al lado de colectivos de cristianos en la frontera sur, que están comprometidos con esta dura realidad, ha sido un rayo de esperanza. La Red Clamor de Panamá, la Red Franciscana con Migrantes, de Justicia y Paz, las parroquias católicas de fronteras con los religiosos Agustinos y Vicentinos, la Red Humanitaria Local, la comunidad intercongregacional de religiosas, son aliados indispensables para atender la crisis. No podríamos mantenernos en pie sin ellos y ellas.

Cuando parece no haber un camino humanizante ante tanta tragedia y dolor, estas alianzas nos recuerdan que la única ruta posible es dejarnos conmover por las ganas de vivir y la resiliencia de quienes han sido descartadas y con las que nos abrazamos en este punto fronterizo. Estamos llamadas y llamados a aliviar su dolor y dejarnos embargar por su energía. Una energía que las ha movido a aferrarse a un delgado hilo de amor, en medio de tantos látigos de odio.

 


Sobre el SJM Costa Rica

En 2004, la Compañía de Jesús en Centroamérica fundó el Servicio Jesuita para Migrantes Costa Rica (SJM-CR) para apoyar a las personas migrantes que llegaban al país. Desde entonces, la organización se ha dedicado a brindar asistencia humanitaria y acompañamiento socio-jurídico y sanitario, impactando significativamente en la vida de esta población vulnerable.