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Irina: «Ahora puedo devolver algo a quienes nos ayudaron en nuestros momentos más duros»

Testimonio guerra de Ucrania

El 26 de febrero de 2022, Irina y su familia tomaron la difícil decisión de huir de su hogar en Ucrania. "Recuerdo ese día con mucha claridad: el frío penetrante, las interminables filas de gente y la total incertidumbre. Esperamos cuatro horas en la frontera para registrarnos mientras las explosiones resonaban en la distancia. Fue un momento lleno de miedo y confusión".

Irina, una joven madre de tres hijos, acababa de dar a luz el mes anterior. La vida en Ucrania había sido estable: su marido trabajaba en Odesa mientras ellos cultivaban melocotoneros como parte de un pequeño negocio familiar. Tenían planes, sueños y un futuro. Pero la guerra lo cambió todo.

Volver a empezar en Moldavia

En busca de seguridad, Irina y su familia llegaron al pueblo de Tudora, en la República de Moldavia. El mayor reto, recuerda, no fue sólo el desplazamiento físico, sino el coste psicológico. "Fue muy duro aceptar que toda nuestra vida, que habíamos construido con tanto esmero, estaba ahora en suspenso. Los niños estaban asustados, y tuvimos que mantenernos fuertes por ellos, a pesar de la incertidumbre".

A pesar de estas dificultades, Irina encontró la forma de transformar sus penurias en resiliencia. Ahora trabaja como ayudante de cocina en Concordia, donde prepara diariamente comidas calientes para niños, niñas y ancianos afectados por la pobreza o que huyen de conflictos. "Ahora puedo devolver algo a quienes nos ayudaron en nuestros momentos más difíciles", dice con los ojos llenos de esperanza.

 

Familia ucraniana refugiada

 

Una comunidad que sana

Concordia ha desempeñado un papel fundamental para ayudar a Irina y a su familia a adaptarse a su nueva realidad. Mientras ella trabaja, sus hijos asisten a actividades educativas y se benefician de los servicios de día que ofrece Concordia. Concordia también ha traído momentos de alegría a sus vidas a través de viajes y actividades organizadas. "El momento más bonito fue ver la alegría de mis hijos durante estos viajes. Se sentían libres y felices, y esto significa mucho para mí como madre".

La calidez de la comunidad local ha marcado la diferencia. "Nos sentimos bien acogidos aquí, y los niños se han adaptado bien. El lugar donde vivimos es acogedor, y eso marca la diferencia".

 

Mantener la esperanza en el futuro

Irina sueña con volver a casa algún día. A pesar de la distancia, ella y su marido han conseguido mantener sus huertos de melocotones, gracias a la ayuda de amigos que cuidan de ellos. "Esperamos que la guerra termine lo antes posible para poder volver a casa y reanudar nuestro trabajo. Pero siempre existe el temor de que este conflicto dure más de lo que imaginamos".
Por ahora, Moldavia sigue siendo su refugio. "Aunque hemos pensado en trasladarnos a otro país, preferimos garantizar la estabilidad de los niños. Sin embargo, nuestros corazones pertenecen a Ucrania, y soñamos con volver a casa."

 

Únase a nosotros para apoyar a refugiados como Irina 

El JRS trabaja junto a la Red Xavier, Concordia Moldova, la Compañía de Jesús en Europa, la sociedad civil local y las ONG en una respuesta jesuita coordinada. Juntos ayudamos a miles de personas como Irina. Puedes leer más sobre La Propuesta Única: la respuesta coordinada de los jesuitas para apoyar la crisis de Ucrania.

Tú puedes marcar la diferencia. Apoya nuestra misión haciendo donaciones, trabajando como voluntario o difundiendo información. Juntos, podemos ayudar a más personas como Irina a encontrar esperanza, estabilidad y una comunidad que les apoye.