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Guatemala: la autonomía económica, factor clave en la eliminación de las violencias contra las mujeres

Guatemala

Hablar de democracia en Guatemala nos remite a la activación de procesos para la reconstrucción del tejido social en función del pleno ejercicio de los Derechos Humanos para todas las personas que se recogieron en los Acuerdos de Paz. En este marco, Puente de Paz acompaña desde hace décadas el trabajo de empoderamiento de las mujeres q´eqchi y sus organizaciones en el Ixcán.

 

Un trabajo en torno a diferentes procesos organizativos que confluyen para la eliminación de todas las formas de violencias que viven las mujeres q´eqchi en estos territorios. Para ello, es clave promover iniciativas que garanticen su autonomía económica. Y en una coyuntura como la guatemalteca, con enfoques que garanticen el respeto a las formas tradicionales, la defensa del territorio y el derecho de las comunidades a decidir libremente sobre los planes y proyectos de desarrollo.

 

La promoción de estas iniciativas socio-económicas se focaliza en el acceso, el uso y el control de los recursos, siendo imprescindible en el Ixcán, asesorar a nivel jurídico a las mujeres para el reconocimiento de su derecho de posesión histórica de la tierra. Asimismo,es esencial la generación de ingresos que aumente su capacidad de decidir libremente sobre todo cuando sobrevive a violencias dentro en el hogar donde hay una relación de dependencia económica.  En ese proceso se ofrece formación y colaboración estrecha con el Consejo de Autoridades Ancestrales de Los Copones y alcaldes indígenas.

 

Liderar procesos de participación social y de exigibilidad y justiciabilidad de sus derechos frente a las prácticas violentas y discriminatorias que se dan día a día, sigue siendo un reto para ellas. No podemos olvidar que se perpetúan situaciones de desigualdad en el ámbito socio-económico que debemos superar para reducir drásticamente una de las mayores violaciones de Derechos Humanos en el mundo: las violencias contra las mujeres.

 

La pandemia del COVID-19, que ha causado una profunda conmoción en nuestras economías y sociedades, ha subrayado la dependencia que la sociedad tiene de las mujeres, tanto en primera línea como en el hogar, al tiempo que ha puesto de manifiesto las desigualdades estructurales en todos los ámbitos, ya sea el económico, el sanitario, o la seguridad y la protección social. En tiempos de crisis, cuando los recursos escasean y la capacidad institucional se ve limitada, las mujeres y las niñas se enfrentan a repercusiones desproporcionadas con consecuencias de gran alcance que no hacen más que agravarse en contextos de fragilidad, conflicto y emergencia.

 

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