Skip to main content

La emergencia humanitaria tras la erupción del Monte Nyragongo en R.D. Congo

Emergencia RDC

En la República Democrática del Congo, casi 450.000 personas fueron evacuadas a causa de la erupción del Monte Nyiragongo el pasado 22 de mayo. En la ciudad de Goma y en las áreas cercanas al volcán, miles de familias han perdido sus casas y sus tierras han sido engullidas por la lava. Dos meses después, la situación sigue siendo grave. Aunque la mayoría de personas desplazadas ya han regresado a sus pueblos, miles de familias se alojan en instalaciones provisionales o en hogares de acogida. La erupción del volcán ha afectado a varias escuelas, dejando al alumnado sin clases y al profesorado  sin sus ingresos.

 

Texto e imágenes de Irene Galera, Servicio Jesuita a Refugiados de RD Congo

 

 

Tras la erupción del volcán, el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en R.D. Congo, organización socia de Alboan y Entreculturas, ha ofrecido asistencia urgente a las personas desplazadas al pueblo de Minova (territorio de Kalehe, en provincia de Sud-Kivu), a 40 km de Goma. También están evaluando las necesidades en las localidades de Mujoga y Mugerwa (Nyiragongo), para poder acompañar, ayudar y proteger a las víctimas de esta tragedia, mejorar la enseñanza y brindar apoyo psicosocial en medio de esta crisis humanitaria.

Tres habitantes de Mujoga y Mugerwa han querido compartir sus testimonios para acercarnos a la difícil situación que están atravesando.

 

Ernest Katoto Ryanze 

Monitor del Instituto de Kibati y secretario del “Comité de Emergencias por la Erupción del Monte Nyiragongo”.

El día de la erupción, la lava invadió las parcelas de los habitantes y barrió las casas. Se produjeron fallecimientos en la escuela. Los terremotos causaron daños en el instituto; los despachos y las aulas quedaron reducidos a escombros. La situación de los estudiantes es catastrófica. Lo han perdido todo: uniformes, ropa, enseres básicos… Ante ello, pedimos ayuda inmediata para seguir escolarizando y ayudando a los niños y niñas.

El JRS financió la participación en los exámenes estatales de 60 estudiantes de zonas afectadas por el volcán, incluidos 14 estudiantes de nuestro instituto.
Como secretario del “Comité de Emergencias por la Erupción del Monte Nyiragongo”, tengo el cometido de informar acerca de la evolución de la situación, el desarrollo de las actividades y de cualquier posible problema, como la aparición de enfermedades.
Antes, teníamos a 850 familias en las instalaciones de emergencia, aunque las familias desplazadas en Rutshuru y Masisi ya han podido regresar con ayuda del gobierno. Las personas que cruzaron a Ruanda están volviendo paulatinamente. Actualmente, hemos contado e identificado a 1.600 familias en Mujoga.

En el campo donde me encuentro vivimos numerosas penalidades. Entre ellas, el alojamiento precario, algo que tarde o temprano generará enfermedades, y la dificultad para conseguir comida. No hay suficiente, por lo que surgen conflictos.
Hemos contabilizado 26 muertes en Kibati. Varios niños siguen todavía desaparecidos. Hemos intentado localizarlos en hogares de acogida, sin resultado de momento.

No es la primera vez que vivimos una erupción del Nyiragongo. En 2002, tuvimos que huir precipitadamente ante el avance de la lava.

Era muy buen sitio para vivir, por lo que no lo quiero dejar a pesar de las dificultades.

 


Profesor de educación secundaria*

*Por su propia seguridad, el profesor prefiere mantener el anonimato.  

Antes, el instituto de secundaria contaba con 265 alumnos. Después de la erupción, tuvimos problemas para encontrarlos, ya que estaban desperdigados tras la pérdida de sus casas. Las familias tuvieron que separarse e irse con otras familias, dada la falta de alojamiento. Actualmente, solo vienen al colegio entre 115 y 130 estudiantes, en condiciones precarias.
Anteriormente, los alumnos de secundaria acudían a clase por la mañana. (Como el instituto de secundaria quedó destruido, ahora, los alumnos deben acudir por las tardes al edificio de primaria). Por la tarde, los alumnos de secundaria están cansados y desanimados, por lo que no pueden atender correctamente en clase.

A los profesores también nos faltan ánimos. Antes de la erupción, contábamos con la ayuda de los padres y las madres, pero con los problemas por los que pasamos ahora, nos estamos dejando la piel para salir adelante.
La educación primaria es gratuita en nuestro país, ya sea en los colegios públicos o en los privados. Sin embargo, en secundaria ocurre todo lo contrario, son los padres quienes nos dan el sueldo. Solían pagarnos con lo que obtenían de la venta de hortalizas o legumbres. Debido a la erupción del volcán, dicha fuente de ingresos se ha visto seriamente afectada.

Como podéis ver, los padres se encuentran atrapados en instalaciones de emergencia. ¿Cómo podemos hacer que nos paguen, si son víctimas? La lava ha destruido sus casas, sus campos y sus posesiones; también ha acabado con nuestra ropa. No tenemos para comer, ni siquiera para comprar tiza.

La educación es esencial para la vida. Nosotros nos comprometimos con el principio de enseñar y ayudar a la población. Igualmente, la comunidad debe inculcar a los niños y niñas la importancia de estudiar. Deben ir a la escuela independientemente de la edad. Existen planes de recuperación puestos en marcha en las escuelas.

Necesitamos la colaboración de organismos en la financiación y la reconstrucción. El JRS ya nos ayuda en las labores de construcción y con los salarios de los profesores, puesto que no podemos pedir dinero a los padres.

 

Héléne Ishara Semiteja 

Universitaria de 21 años afectada por la erupción 

Antes que el volcán hiciera erupción, estaba estudiando Enfermería (en la universidad), pero toda la actividad se detuvo a causa de la falta de medios. Nuestros campos, nuestras casas… Todo lo que teníamos acabó devorado por las llamas.
La erupción se produjo de repente. Algunos estábamos en casa, otros en el mercado. Vimos el fuego y huimos todos hacia la montaña. Nos vimos ahí, toda la gente joven y mayor del pueblo. No fue un momento fácil, lo habíamos dejado todo atrás.
Tenía miedo, no sabía qué hacer. Estábamos en peligro.

Desde aquel momento, nos habíamos quedado sin tierras y ya ni conseguíamos el dinero para pagar la universidad. Me duele no poder ir, me limito a quedarme en el barrio sin hacer nada.