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Las personas refugiadas en Goma, doblemente vulneradas por la erupción del monte Nyiragongo

Volcán Nyiragongo

Fueron varios los días en los que los habitantes de la región de Goma, en República Democrática del Congo, miraban el monte Nyiragongo con preocupación. La noche del pasado sábado 22 de mayo, la lava empezó a descender por las laderas del volcán llegando a pocos metros de la ciudad, obligando a evacuar urgentemente a más de 8.000 personas. La catástrofe del 22 de mayo se saldó con 32 personas fallecidas y 40 continúan desaparecidas. Pocas semanas después de las primeras erupciones, el Gobernador ha anunciado la vuelta progresiva a la ciudad de Goma pese a que una parte importante de la población no tiene hogares a los que regresar. 

Hay que recordar que el Nyiragongo es uno de los volcanes más activos y peligrosos del mundo. En la última gran erupción del año 2002 murieron 250 personas y más de 120.000 se quedaron sin hogar.

Gran parte de los proyectos que está llevando a cabo en este país el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), organización socia Entreculturas y Alboan, se sitúa en los suburbios de Goma, uno de los puntos de apoyo y acogida a las personas desplazadas que huyen de situaciones de conflicto e inestabilidad. Con la erupción del volcán, estas personas han sido doblemente vulnerabilizadas, obligando a JRS a realizar una evaluación rápida de las necesidades con el fin de reducir lo máximo posible los daños que ha causado este fenómeno. 

“Alrededor de las ocho de la tarde, el pánico se extendió por la ciudad. Las autoridades locales habían difundido un plan de contingencia y JRS pidió al personal que abandonara la ciudad de Goma para ir a Ruanda y a la localidad de Sake en 25 km desde Goma hasta el sur”, nos cuenta uno de los beneficiarios de los proyectos de JRS. 

En la zona de intervención de JRS, los datos recabados apuntan a que un total de 900 familias han perdido sus hogares, 6 escuelas han sido diezmadas aún más por la lava del volcán y 10 de ellas han sido totalmente destruidas. Un dato estremecedor que nos lleva a la necesidad de escolarizar urgentemente a todos esos niños, niñas y adolescentes que se han quedado sin escuela. A todo eso se suma el riesgo de no tener acceso a agua potable ni electricidad, afectando a más de 1,5 millones de personas de la región, que equivale a casi el 75% de la población de Goma y alrededores. 

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Huir significa dejar atrás una vida que empezaban a construir de nuevo, debilitando sus medios de vida y abandonando su hogar y pertenencias. Sin embargo, algunos padres y madres de familia han podido regresar a sus casas para buscar los bienes necesarios e indispensables para sus familiares, siempre permaneciendo en alerta ante un nuevo fenómeno, particularmente vinculado a los sucesivos terremotos que continúan a día de hoy. “Aunque el flujo de lava se ha detenido”, nos cuenta una de las personas participantes del proyecto, “lo peor es el temor por los cientos de terremotos y retornos sísmicos que se sienten todos los días cada 10 minutos”.

Una crisis dentro de otra

La erupción del Nyiragongo se desencadena además en un contexto ya debilitado. La inestabilidad política viene agravándose en los últimos meses, dentro de un conflicto que lleva activo las últimas tres décadas. En ese contexto, el programa Mujeres en Marcha de Alboan busca responder a las necesidades concretas de protección que tienen las mujeres desplazadas internas de Masisi que sufren la violencia sexual de manera sistemática. A través de este programa, las mujeres se organizan en grupos de apoyo mutuo, incluida la atención psicológica. Además, en el proceso se incluye la participación de hombres para entender mejor por qué se ejerce esta violencia contra las mujeres y poder ponerle fin.

Junto a la oficina regional e internacional de JRS, seguimos evaluando la situación para responder de forma urgente a aquellas necesidades básicas de las personas afectadas, así como los recursos y el apoyo necesario para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos.