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COP26: más fracasos que éxitos

COP26

“Si no se avanza en estos puntos, esta COP26 será un fracaso”. Esta declaración realizada por los más de 100 países en vías de desarrollo, semanas antes de la celebración de la Cumbre, expuso una serie de demandas a priorizar en las negociaciones, que marcaron en gran medida el foco del posicionamiento que Alboan y Entreculturas publicamos antes de la COP26. Así, nos sumamos a demandar la urgencia de acelerar la reducción de las emisiones de CO2, la financiación climática, la adaptación, la compensación por daños y perjuicios, y la aplicación de planes climáticos nacionales. Lo cierto es que, todos ellos son temas que han acaparado gran parte de la agenda de la Cumbre, lo cual no significa que haya sido suficiente, pues el Acuerdo de Glasgow publicado el sábado, muestra una COP26 que fracasa frente a una emergencia climática que sólo permitía el éxito.

 

El hecho de que el objetivo de esta COP26 era hacer seguimiento al estado de los compromisos asumidos en los Acuerdos de París, generó grandes expectativas sobre su alcance, identificándola como la reunión sobre cambio climático más importante desde París 2015. Precisamente, los resultados de dicho seguimiento fueron los primeros indicios del posible fracaso de esta Cumbre. Y es que, el incumplimiento de dos de los principales puntos de los Acuerdos de París, cuestiona enormemente la voluntad real de los Estados, y los esfuerzos dedicados para enfrentar la crisis climática. Así, se ha fracasado en el objetivo de mantener la temperatura global por debajo de 1,5ºC, un límite que hoy se estima prácticamente imposible no superar; y por otro lado, el incumplimiento de la reducción de las emisiones de carbono, ha provocado que las negociaciones giren en torno a la solicitud de prórrogas para alcanzar los compromisos adquiridos en 2015. De hecho, el Acuerdo de Glasgow plantea la necesidad de reducir al menos el 45% de las emisiones globales para 2030, una medida plausible, si no fuera porque carece de carácter vinculante.

 

La financiación era otro de los grandes temas. En concreto, la necesidad de hacer frente al incumplimiento, por parte de los países ricos, de aportar 100.000 millones de dólares al fondo de financiación climática para 2020; y dedicar a la adaptación de los países más empobrecidos, el 50% de dicho presupuesto. El párrafo 44 del documento borrador hablaba de “un profundo pesar” de que los gobiernos de los países ricos no alcancen el objetivo e incumplan su palabra. El documento final mantiene la misma línea, dejando en grave riesgo a millones de personas, sociedades y países, que por su mayor vulnerabilidad, sufren las consecuencias del cambio climático de manera diferenciada.

 

Frente al evidente fracaso de los puntos prioritarios de esta Cumbre, aunque no sea suficiente, algunos acuerdos han puesto sobre la mesa otros aspectos fundamentales para enfrentar la crisis climática: la declaración para evitar la degradación y deforestación de bosques, el compromiso de reducir la emisión de metano, o la intención de poner fin a la inversión en combustibles fósiles. Este último merece una mención especial por ser uno de los temas más controvertidos de la COP26. El éxito de este punto se debe al logro de que, por primera vez, se mencione la desinversión, y por tanto se admite que las empresas contaminantes y las inversiones públicas impactan gravemente sobre el planeta.  No obstante, mientras en el documento borrador, este tema se trataba de manera firme y clara, en el Acuerdo final de Glasgow, pasa a ser una recomendación a “aumentar esfuerzos para abandonar los subsidios ineficientes del carbón”.

 

Con todo, esta COP26, que en sus primeros días comenzó evidenciando la falta de compromiso y voluntad de los Estados, no ha logrado subvertir este problema, en la medida que, paradójicamente, su acuerdo final pierde todo carácter vinculante. No hay vinculación legal, obligación a actuar o planes concretos; sólo invitaciones, intenciones y recomendaciones. Un Acuerdo vacío que, considerando la más que cuestionada credibilidad de las Partes, está más cerca del fracaso que del éxito.

 

Sin embargo, hay un aspecto en el que la COP26 ha sido un éxito: la movilización y participación de la sociedad civil en las calles de Glasgow, y en distintas partes del planeta. Personas que dentro de la COP26 han visto limitada su participación: mujeres, nuevamente ignoradas en espacios de negociación y toma de decisiones; jóvenes, que tras años “tomando las calles”, esta vez tampoco han defraudado, personas de diferentes países, culturas, y etnias. Diversidad de personas, movimientos, organizaciones,… han logrado hacerse hueco en una Cumbre, y ser altavoz de millones de personas que de otro modo, no hubieran sido escuchadas. Y es que, mientras los Estados ponen excusas y solicitan prórrogas, la sociedad civil cada vez lo tiene más claro, no hay tiempo. Urge actuar y comprometerse contra la crisis climática.