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Ucrania: 100 días en búsqueda de asilo. Por Alberto Ares, director de JRS Europe

Ucrania: 100 días en búsqueda de asilo

* Después de 100 días desde el comienzo de la guerra, hacemos una pequeña valoración de la realidad de los refugiados ucranianos en el marco europeo.


* La respuesta de la Unión Europea ha sido magnifica desde el comienzo, con fronteras y brazos abiertos de par en par tanto de la ciudadanía, como de los gobiernos.  


* Esta situación contrasta con lo que nos tenían acostumbrados los Estados miembros de la UE cuando nos acercábamos a las políticas de refugio y la gestión de solicitantes de asilo.


* Cuando se proponen diferentes raseros de acogida las tensiones tarde o temprano empiezan a aflorar, pudiendo generar cierta pugna entre los colectivos más vulnerables de nuestras sociedades, sobre todo entre los colectivos que se ven empujados a la irregularidad.


* Hemos visto que si hay voluntad política, en pocas semanas, la UE ha podido hacer frente a una emergencia de refugiados sin precedentes y cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos.

 

3 de junio de 2022. Artículo de Alberto Ares, director del Servicio Jesuita a Refugiados - JRS Europe, publicado en www.religiónndigital.org.
 

Taras, natural de Chernóbil en Ucrania, pasó 12 veranos en España cuando era niño. Pasados los años y antes de la guerra, vivía junto a su familia en Kiev. Tras los primeros ataques decidieron salir a su pueblo, junto a sus padres y hermanos. Allí se refugian, en el sótano, tremendamente asustados. Toda la familia se dispone a huir, pues su pueblo se convierte en un caos. Largas colas para cruzar la frontera. Las mujeres y niños cruzan y los hombres regresan, entre ellos Taras. Oxana, su esposa, y los dos niños llegan a Varsovia, y entran en contacto con su “familia española”, aquella que acogió a Taras y con la que seguían muy conectados. El JRS apoya a Oxana y sus hijos, y los pone en contacto con personas del gobierno español, del Ministerio de Inclusión, y se obra el milagro de la llegada a Barajas. Allí los estaba esperando su “familia española”, gracias a la coordinación con las autoridades. Al día siguiente tramitan su residencia y al día siguiente los niños están acudiendo a una escuela en Madrid. Todo el proceso se tramita en una semana. 


Taras y Oxana, una prueba de que es posible 

La historia de Oxana, Taras y su familia ilustra el éxodo de los ya 7 millones de personas que han huido de Ucrania desde que el ejército ruso invadiera el país hace hoy 100 días. La respuesta de la Unión Europea ha sido magnifica desde el comienzo, con fronteras y brazos abiertos de par en par tanto de la ciudadanía, como de los gobiernos.  

En un tiempo récord, el Consejo de la UE ha llegado a un consenso para adoptar la Directiva de Protección Temporal que garantiza que las personas reciban inmediatamente el estatus de residente. Esta situación demuestra que Europa está preparada para implementar una política de refugiados humana, incluso con un número muy alto de llegadas en un corto espacio de tiempo.

Esta situación contrasta con lo que nos tenían acostumbrados los Estados miembros de la UE cuando nos acercábamos a las políticas de refugio y la gestión de solicitantes de asilo: colas interminables en las oficinas de asilo, externalización de fronteras, devoluciones en caliente, procesos interminables y a veces condiciones infrahumanas de supervivencia, además de discusiones o bloqueos continuos cuando se trataban mecanismos de solidaridad o de reubicación.

Todavía es muy pronto para hacer una valoración exhaustiva de las políticas de la UE y de la implementación en cada país de la UE, pero sí podemos retomar algunos elementos o plantear algunas lecciones aprendidas de estos meses, de cara a ajustar nuestras políticas en materia de protección internacional.

 

Hospitalidad sí, hospitalidad siempre


Los ciudadanos ucranianos, a través de la protección temporal, obtienen la residencia casi de inmediato. Esta situación proporciona una estabilidad que les ayuda a mirar al futuro con esperanza, dando pasos en el mercado laboral, el acceso a la vivienda o al sistema educativo.

Por su parte, los personas que solicitan asilo regularmente esperan mucho tiempo para obtener una primera cita o una respuesta a su solicitud de asilo. El procedimiento de asilo requiere un examen individual y existen criterios específicos para la elegibilidad en el estatuto de refugiado. 

En algunos países el porcentaje de solicitudes de asilo positivas es muy pequeña. Este ha sido tradicionalmente el caso de España. Los motivos y la casuística pueden ser diversos, pero en la práctica deja a un buen número de personas en una situación de indefensión e irregularidad.

La Iglesia católica de Bélgica han denunciado esta situación hace pocos días: “Esta hermosa unanimidad durante las grandes crisis no debe, sin embargo, impedirnos echar una mirada lúcida a la extraña evolución de nuestra solidaridad. Así, esta luz súbitamente reservada a las víctimas de esta violencia mantiene indebidamente en la sombra a otros grupos de hermanos y hermanas. En nuestra mente están, por ejemplo, en el porcentaje de la población belga calificada como “extranjeros indocumentados”. Si su trayectoria vital, su nacionalidad, su estrategia de supervivencia son muy diversas, comparten el mismo sueño: ser reconocidos por Bélgica, poder estudiar o trabajar legalmente… y pagar impuestos en este país. Estas personas son por lo tanto parte de nuestra sociedad. Van a la escuela, trabajan, participan activamente en la vida comunitaria. Sin embargo, Bélgica los ignora. Les reprocha haber entrado irregularmente en su territorio y sólo utiliza el lenguaje de la devolución, “voluntaria si es posible, forzosa si es necesario”. Más grave aún, los mantiene, a la espera de una posible expulsión del territorio, en condiciones de supervivencia e inseguridad que desafiar toda dignidad humana”.


Una casa común


Las personas ucranianas, debido a la Directiva de Protección Temporal, pueden viajar a la UE con un pasaporte biométrico sin visado y permanecer hasta 90 días. Por lo tanto, pueden cruzar legalmente la frontera y viajar al destino que elijan. La Directiva flexibiliza aún más las normas sobre la libre circulación dentro de la Unión, permitiendo viajar a cualquier Estado miembro. De este modo, el hecho de que puedan elegir libremente en qué Estado miembro establecerse promueve en la práctica un equilibrio entre los esfuerzos de acogida de los Estados miembros, lo que puede reducir la presión sobre los sistemas nacionales de acogida.

Por su parte, la mayoría los refugiados se encuentran en una situación diferente. Las formas legales de viajar a la UE y de solicitar protección internacional son realmente complejas. En este caso están sujetos al Reglamento de Dublín que determina qué Estado miembro de la UE es responsable de examinar su solicitud de asilo. Este sistema no tiene en cuenta las preferencias de los solicitantes de asilo en cuanto a su destino final. Esto significa que los solicitantes de asilo tienen que establecerse en el primer Estado miembro en el que entraron en la UE y no pueden abandonar ese país. Tanto el estatuto de refugiado como la protección subsidiaria son válidos únicamente en el Estado miembro que los concedió. 

Esta situación genera ruido en el sistema que afecta a las familias en su proceso de reunificación y también en el acceso al mercado laboral, pues no se les permite buscar trabajo donde tienen más posibilidades de encontrarlo. El Nuevo Pacto de Migraciones y Asilo que está aún encima de la mesa, intenta “mejorar” el sistema de solidaridad y corresponsabilidad, pero no llega al mecanismo de la Directiva de Protección Temporal.  

 

Modelos de acogida comunitaria


Los modelos de acogida que se han habilitado en buena parte de la UE para los refugiados ucranianos han sido espacios de acogida comunitarios e independientes. Unos modelos que distintas entidades venimos desarrollando y proponiendo desde hace años, como por ejemplo las redes de comunidades de hospitalidad del SJM España, o el programa “Welcome” del JRS Francia, entre otros.

La experiencia acumulada por estos años muestra que los modelos de acogida basados en la vida independiente y que aseguran el encuentro entre los recién llegados y la comunidad local ofrecen las mejores oportunidades para una integración exitosa. Con los ucranianos, por lo tanto, Europa parece estar en el camino correcto. En estos próximos meses veremos como el reto de la vivienda seguirá siendo un eje recurrente. 

Por su parte, la Directiva de Acogida de la UE y el desarrollo que realizan muchos países de la UE, empujan a los recién llegados a espacios de acogida en grandes centros, muchas veces en las periferias de las ciudades y no siempre en condiciones que permitan una inserción comunitaria y social adecuada. Hay ejemplos de antiguos cuarteles militares rehabilitados, islas minúsculas o de centros de acogida en barcos en medio del puerto de carga.  

¿Pobres contra pobres?


Van pasando las semanas y esta guerra no parece llegar a un fin próximo, lo que genera no solo inseguridad y mayor vulnerabilidad, sino también un avance de la protección temporal y un debate en la extensión de algunas de estas condiciones sobre otros solicitantes de asilo.

Las tensiones antes descritas en los diferentes raseros de acogida con miembros de otras comunidades o colectivos pronto empezarán a aflorar. De hecho, en algunos países ya comienza un debate social y político que puede generar una cierta tensión o pugna entre los colectivos más vulnerables de nuestras sociedades, sobre todo entre los colectivos que se ven empujados a la irregularidad.

La carta de la Iglesia de Bélgica apunta claramente a esta situación: “Más allá de la emergencia humanitaria, es fundamental dar respuestas estructurales al desafío de la sociedad, que es el de acoger con dignidad la diversidad. Abogamos por la implementación de un abanico de medidas para romper el círculo vicioso en el que nuestro Estado crea, a través de su actitud intransigente -incluso dogmática- cada vez más personas en situación irregular, y por ende más inseguridad y desesperación.”

Aplaudo los intentos de algunos estados miembros, como el español, que intentan poner en práctica una reforma normativa que allane la regularización de inmigrantes, tan necesaria en nuestras sociedades a muchos niveles, también el laboral. Muy interesante también el último Informe Lumen del SJM España, "Trabajando en los márgenes, empleo informal y migración".

 

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