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Mujeres en Marcha en Camerún, mujeres que hablan con voz propia

Harouna

Camerún es un país de África central con una situación humanitaria de gran fragilidad que alberga a más de 390.000 personas refugiadas, procedentes en su mayoría de la Republica Centroafricana y Nigeria. Camerún ha sufrido desde 2017 diversas crisis que han provocado desplazamientos de población interna. Por un lado, en el noroeste y el suroeste del país 530.500 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, y otras 240.000 huyeron  desde el norte debido al conflicto en Nigeria, elevándose el número total de personas desplazadas internas a 770.500. Todas estas crisis sucesivas se dejan sentir en las comunidades de acogida que tienen que compartir sus recursos y servicios sociales básicos.

El Servicio Jesuita a Refugiados, JRS, trabaja en el este de Camerún apoyando a la población refugiada y local, brindándoles acceso a formación profesional, apoyo psicosocial y gestionando centros preescolares comunitarios para los hijos e hijas de madres estudiantes, algo fundamental para que ellas puedan asistir a dichas formaciones.

 

Formación en tiempos de crisis, apuesta de futuro

Desde 2017 el JRS ha proporcionado formación profesional, orientación empresarial y kits para la puesta en marcha de negocios a jóvenes de origen centroafricano y también de la comunidad de acogida en Bertoua. A lo largo de estos tres años 270 jóvenes, de los que más de la mitad son mujeres, han participado en este proyecto que cuenta con el apoyo de ALBOAN a través del Fondo Crisis Olvidadas de la Fundación Caja Navarra. En la actualidad existen 4 centros de formación profesional en los campos de personas refugiadas del este de Camerún reconocidos por el Ministerio de Educación que ofrecen a más de 80 nuevos alumnos y alumnas cursos de formación profesional en las siguientes especialidades: mecánica y automoción, agricultura, ganadería, mantenimiento informático, costura, peluquería y cosmética y hostelería.

Pero el hecho de finalizar una formación y obtener un certificado oficial no garantiza un empleo. Por esa razón el JRS realiza acompañamientos profesionales personalizados que incluyen varias etapas: formación en emprendimiento y creación de un plan de negocio; creación de un proyecto profesional individual o grupal; evaluación de los planes de negocio; distribución de kits de inserción profesional a los proyectos aprobados y acompañamiento profesional de los proyectos en marcha.

En ALBOAN creemos que para que las “crisis olvidadas” dejen de serlo es imprescindible escuchar a sus protagonistas, en este caso mujeres refugiadas centroafricanas que viven en el campo de personas refugiadas de Gado:

Harouna Marian de 29 años y madre de dos niñas de 3 y 5 años nos cuenta que: “Nunca he ido a la escuela y antes de empezar la formación, pasaba el tiempo en casa. Comencé hace un año el curso de alfabetización del JRS en el campo y después de 5 meses aprendí a leer y escribir, fue entonces cuando me inscribí al curso de formación profesional en mecánica y automoción”. Harouna Marian vive en el campo de Gado, Camerún, desde hace tres años y es una de las estudiantes del programa del JRS en Bertoua. Harouna huyó de su país, la Republica Centroafricana, tras el asesinato de su marido durante la guerra. “Desde que era niña soñaba con ser mecánica, pero me decían que no era un trabajo de mujeres. Tras una de las sesiones del JRS, comprendí que no es cierto y que puedo hacer lo que quiera, así que unos días después decidí inscribirme en la capacitación de mecánica y automoción […] Quiero decirles a todas las mujeres y niñas en mi misma situación que no hay nada que no puedan hacer, solo tienen que quererlo".

Chimene Steva  también vive en el campo de Gado con sus hijas de 8 y 5 años. Llegó a Camerún hace 4 años, cuando el conflicto armado centroafricano la obligó a abandonar su país. Ha finalizado el curso de formación en cosmética y peluquería y ahora ha regresado al campo y ha abierto su propio salón de belleza "Steva coiffure" hace dos meses."Al principio no ha sido fácil, pero he tenido una idea. Llamé a algunas chicas del campo y las peiné gratuitamente. Después de unos días, otras chicas en el campo vieron sus peinados y vinieron al salón. Gracias a esto comencé a tener clientes". Antes del entrenamiento, Chimene vendía pasteles en los campos. Ahora combina ambas actividades y vende sus pasteles en el salón de belleza. "Steva Coiffure" es el único salón de belleza en el campo de Gado, por lo que ahora las mujeres refugiadas no necesitan ir a la ciudad para recibir este tipo de servicio. El sueño de Chimene es ganar suficiente dinero para mejorar su negocio y comprar algunos productos de belleza que no se encuentran el el campo de Gado.

Artículo de Annalisa Lenti