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La oportunidad de construir un mundo "normal". Artículo de la directora de ALBOAN

Un mundo normal

Mª Mar Magallón, directora de Alboan, expone en este artículo -publicado en el diario El Correo el 15 de junio de 2020- la ventana de oportunidad que se abre tras la alerta sanitaria provocada por el Covid-19.

Ya estamos en la senda a la denominada “nueva normalidad”. Mucha voces expertas  coinciden en señalar que la pandemia global provocada por el COVID-19 supondrá un cambio en nuestros modelos de economía y sociedad pero, a la hora de definir ese nuevo horizonte, ya no encontramos tantas certezas o consensos.


Sí, el futuro será distinto tras esta crisis global pero, ¿de qué modo?, ¿hacia dónde se orientará la transformación de nuestro mundo?: ¿insistiremos en una mayor liberalización de los mercados globales o fortaleceremos la producción local y la economía social y sostenible?; ¿nos atrincheraremos en la protección de los derechos individuales o daremos prioridad a la garantía de los derechos universales para toda la humanidad y el planeta?; ¿dejaremos que los asuntos públicos sigan estando en manos de unos pocos o fortaleceremos el rol que la ciudadanía global y el tejido asociativo juegan en la construcción de lo colectivo?; ¿promoveremos una fiscalidad que incremente todavía más la desigualdad o que promueva la redistribución?; ¿construiremos nuevas fronteras  para encerrarnos más en nuestro mundo frágil o nos abriremos a la hospitalidad y a la solidaridad internacional para que las personas migren por decisión propia y de forma segura?  Sin duda, el cambio puede darse de formas muy distintas.


La crisis del COVID nos ha dejado mucho dolor, soledad y pérdidas humanas pero, también, nos ha mostrado algunos de los pilares que hacen posible nuestra supervivencia como humanidad. Nadie pone en duda que la solidaridad ha sido un motor que nos ha permitido renunciar a parte de nuestros intereses personales para beneficiar a las personas más vulnerables; que la garantía de la universalidad de los servicios básicos es una necesidad global (además de ser una cuestión de justicia); que las labores de los cuidados son imprescindibles para que la sociedad funcione o que, es necesario frenar nuestra actividad humana para que el planeta se renueve. Somos una humanidad, no varios mundos, y nuestro futuro está conectado inevitablemente.


Estos elementos han sido claves para afrontar la crisis sanitaria y su vigencia no caduca con el fin del confinamiento. Son referencias válidas para poner en marcha la reconstrucción de nuestro tejido económico y social. Sin embargo, incluirlos en la construcción de la “nueva normalidad” supondrá un cuestionamiento de lo que veníamos llamando normalidad hasta ahora. Un sistema que provoca que la mitad de la población mundial viva con menos de 5,5$ mientras el 1% acumula más riqueza que el 99% restante no es normal. Que el 42% de las mujeres no pueda acceder a un empleo porque son responsables de los cuidados frente al 6% de los hombres en la misma situación no es normal. Que nuestro modelo económico requiera para su sostenibilidad la devastación del planeta no es normal. La revisión de nuestro modelo antiguo a la luz del ejercicio de la solidaridad global, la garantía universal de los derechos humanos, la redistribución de los cuidados y la sostenibilidad del planeta, requiere de un cuestionamiento a nuestras dinámicas anteriores. Los aprendizajes de la crisis sanitaria del COVID serán claves para generar la transformación que necesitamos como humanidad y como planeta. 


A lo largo de los próximos meses asistiremos a decisiones políticas y económicas que establecerán prioridades, orientarán la asignación de los recursos públicos e irán moldeando la sociedad “post-COVID”. Esta no será tarea fácil porque no existen referencias de situaciones similares en el pasado. Se requerirán altas dosis de competencia, responsabilidad y compromiso por parte todos los actores políticos, económicos y sociales. El miedo y el autocentramiento son acompañantes habituales de la incertidumbre, pero no podemos dejar que nos paralicen. Nuestra participación activa como ciudadanía que vota, trabaja, cotiza y consume será clave para reclamar y empujar el cambio que necesitamos. 


Tenemos por delante una gran oportunidad para renovar nuestro mundo y salir de esta crisis global con mayores dosis de humanidad y sostenibilidad. El rol de una ciudadanía global comprometida y consciente será clave para marcar la diferencia en esta nueva época que iniciaremos al salir de este túnel. Pongámonos a ello. El futuro que viene puede ser mejor pero no podemos esperarlo con los brazos cruzados. El cambio contará con importantes resistencias por parte de los actores que gozan de mayores privilegios en el modelo actual. Será necesario ponerse a empujar ya en otra dirección para crear un orden de verdadera normalidad para nuestro mundo.

Mª Mar Magallón, directora de ALBOAN

 

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