Tanzania y la crisis de Burundi: refugio, resistencia y retorno forzado

Hace algunas semanas, os hablamos sobre la crisis silenciosa que vive Burundi y de cómo 300.000 personas se han visto obligadas a buscar refugio en los países vecinos. Tanzania ha sido el país donde se ha agrupado el mayor número de personas. Hoy os queremos contar lo que ha pasado y sigue pasando en el lado tanzano de la frontera a raíz de la crisis burundesa.
Tanzania comparte con Burundi 451 km de fronteras dividida en seis provincias en el lado burundés y en una región en el lado tanzano. Al estallar la violencia en 2015, miles de personas han buscado una vía de fuga a lo largo de esa frontera, encontrado una brecha en la provincia de Ruyigi por el paso fronterizo de Gisuru, a unos pocos metros de distancia de Tanzania.
Crisis y huida: la llegada masiva de burundeses a Tanzania
Al principio de la crisis, Tanzania aplicó una política de puertas abiertas para las personas que escapaban de la violencia del país vecino. Las personas tenían que vivir en campamentos, pero los actores humanitarios que habían empezado a implantar sus operaciones en esa remota zona de un vasto país conocido principalmente por sus parques naturales, su fauna salvaje, sus playas blancas y sus aguas cristalinas, ofrecían servicios y atención humanitaria que, en muchos casos, era mayor y mejor de lo que tenían cuando vivían en Burundi. Tenían acceso a raciones alimentarias, a una vivienda construida en material sólido, tenían escuelas con profesorado pagado por la cooperación internacional, centros médicos con dispensarios equipados, acceso al agua, etc. En fin, aunque el hogar de uno nunca se cambiaría con nada, se puede decir que al “cambio oficial” la condición de vida de las personas refugiadas en Tanzania no era tan mala comparado con lo que se dejaron atrás.

Letreros de los actores humanitarios, antiguo campo de Mtendeli- Tanzania, 2019
En esta parte de la historia es obligatorio utilizar el tiempo pasado porque después de unos primeros años de tranquilidad, el gobierno de Tanzania ha empezado a darse cuenta que este buen vivir que se estaba dando en los campos, no solo estaba empezando a generar conflictos con la población local que no tenía acceso a la misma calidad de servicios e infraestructuras, sino que estaba empezando a generar aquel efecto llamada que tanto asusta a los gobernantes de todo el mundo.
Del apoyo humanitario al endurecimiento de medidas
Ya a partir de 2017 empezaron a verse las primeras restricciones de movimiento fuera de los campos y el cierre de los mercados que se habían implantado para que la población refugiada y de acogida pudiera comercializar productos y materias primas y, así, generar pequeños ingresos. Al mismo tiempo, un acuerdo tripartito entre ACNUR, Gobierno de Burundi y Gobierno de Tanzania ha puesto en marcha un proceso de retorno voluntario de las personas burundesas en Tanzania que ha ido creciendo y cambiando de forma y sustancia a lo largo de los años. Si al principio regresaban solamente las personas que así lo deseaban, año tras año los retornos han perdido esa connotación de voluntariedad volviéndose cada vez más elecciones obligadas.
La estrategia adoptada es la también conocida como tierra quemada: una táctica que pretende destruir la voluntad de resistir mediante el sufrimiento de la población, la anulación de los medios de subsistencia, la suspensión casi total de las distribuciones de alimentos y, en pocas palabras, la imposibilidad de seguir viviendo dignamente.

Grupo focal profesorado, Campo de Nduta- Tanzania, 2023
Al día de hoy, 177.528 personas refugiadas en Tanzania han retornado a Burundi. Solamente entre enero y septiembre de 2024 han sido 12.714, 1.412 personas al mes. No hay que olvidar que Burundi sigue ocupando el puesto 187 de 191 países en el Índice de Desarrollo Humano que publica anualmente la ONU, es decir que las personas que regresan, se instalan en un país frágil y con problemas estructurales enormes y que, entre otras cosas, tiene que enfrentarse a la demanda de la población retornada.
Construyendo futuro en un contexto de incertidumbre
En este contexto, ALBOAN trabaja de la mano con el Servicio Jesuita a Refugiados en Tanzania y en Burundi para dar respuesta concreta a las necesidades de una población que, en los años, ha perdido su red de apoyo, así como sus casas, sus tierras y sus medios de vida.
Para ello, desde Alboan estamos trabajando a los dos lados de la frontera: en Tanzania informando sobre lo que les espera en Burundi, cuáles son los derechos que tienen como personas retornadas, cuáles servicios existen y a quien se tienen que dirigir en caso de necesidad una vez que han regresado; y en Burundi ofreciendo formación técnica en agricultura sostenible con el medio ambiente y gestión de los ingresos generados para fortalecer los medios de vida familiares.
En Alboan creemos que un mundo más justo es posible, pero necesitamos tu ayuda para lograrlo. Con tu colaboración, podemos continuar apoyando a las personas refugiadas burundesas en su retorno a casa, ofreciéndoles herramientas para reconstruir sus vidas con dignidad. Puedes contribuir a mejorar su acceso a formación, agua potable, medios de vida sostenibles y oportunidades para un futuro mejor.
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¡Juntas podemos construir un mundo más humano para todas las personas!