Pasar al contenido principal

Balance final de la COP30 y una mirada al futuro con esperanza

Balance final de la COP30 y una mirada al futuro con esperanza

La trigésima cumbre del clima llega a su fin tras dos semanas de intensas negociaciones y grandes dificultades para llegar a acuerdos.  Una delegación de la Compañía de Jesús se ha desplazado hasta Belém do Pará (Brasil) para participar en la Cumbre de los Pueblos (12-15 de noviembre) y en la COP30 (10-21 de noviembre).

A continuación te ofrecemos un resumen de la rueda de prensa y el comunicado emitido por la Campaña Jesuitas por la Justicia Climática el pasado día 21, al cierre de las negociaciones; así como un comentario crítico del balance final de la COP30 publicado al día siguiente, a cargo de nuestro compañero Guillermo Otano, que participó en la delegación como coordinador de la Red Justicia en Minería (Global Ignatian Advocacy Network) y técnico de incidencia de la Fundación Alboan. 
 

21 de noviembre: Rueda de prensa y comunicado SJ

La Compañía de Jesús ha venido participando en las cumbres del clima desde hace mucho tiempo, pero nunca antes se había logrado articular una campaña global, con una participación significativa, en torno a demandas concretas. La Campaña Jesuitas por la Justicia Climática ha logrado enviar hasta Belém a una treintena de jesuitas y colaboradores de diversas instituciones (entre centros sociales, universidades, oenegés internacionales y la Federación Internacional de Fe y Alegría) procedentes de todos los continentes.

Durante estas dos semanas la delegación jesuita ha repartido su presencia por los espacios oficiales de la COP30 (la denominada «zona azu»l, donde las partes negocian sus acuerdos, y la «zona verde», abierta al público y copada por instituciones y empresas); y la «zona colorida» articulada en torno a la Cumbre de los Pueblos, lugar de encuentro de los movimientos sociales, y el Tapirí Ecuménico, espacio organizado por las Iglesias para el diálogo interreligioso sobre el cuidado de la casa común.
 

Anderson Pedroso S.J., rector de la PUC-Río, hace entrega del comunicado de la Campaña Jesuitas por la Justicia Climática al embajador Correa do Lago, presidente de la COP30.

El objetivo de estos esfuerzos ha estado en socializar las demandas recogidas en el documento de posicionamiento Religious Life for Climate Justice: Turning Hope into Action, elaborado en colaboración con la UISG, USG, JPIC, Vivat International y Franciscans International. Cabe destacar también la iniciativa Cartas a la Tierra, de la Federación Internacional de Fe y Alegría, que ha logrado recopilar más de 98.000 cartas de temática medioambiental elaboradas por escolares de diez países diferentes. Sus testimonios fueron recogidos en una exposición instalada en la Cumbre de los Pueblos y las dos delegadas de la Federación, María Camila y Beatriz, echaron el resto para asegurar que sus voces son escuchadas por quienes toman las decisiones políticas.  

El broche final a esta campaña tuvo lugar el pasado 20 de noviembre, con la entrega de un comunicado al presidente de la COP30, el Embajador André Corrêa do Lago, de manos de Anderson Pedroso S.J., rector de la Universidad Pontifica Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio). La carta subraya el posicionamiento de la Compañía de Jesús en las negociaciones climáticas y hace hincapié en tres llamadas urgentes.

  • Garantizar un mecanismo en el Programa de Trabajo para una Transición Justa que proporcione apoyo predecible e instrumentos financieros basados en subvenciones y que no generen deuda a los países en desarrollo, en lugar de iniciativas más fragmentadas.
  • Establecer una vía clara para reforzar, implementar y garantizar el funcionamiento transparente del Fondo de Pérdidas y Daños, asegurando que los países pobres y en desarrollo utilicen los recursos.
  • Garantizar la reforma de la arquitectura financiera mundial, exigiendo la cancelación de la deuda relacionada con el clima.

 Parte de la delegación de jesuitas y colaboradores presente en Belém do Pará.

En este contexto, el 21 de noviembre a las 10h (hora de Belém), la campaña Jesuitas por la Justicia Climática celebró una rueda de prensa oficial en la Zona Azul de la COP30 para presentar estas peticiones y compartir las reflexiones de nuestra delegación.

Puedes ver en este enlace la grabación de la rueda de prensa. 
 

22 de noviembre: la COP termina, el espíritu de Belém perdura

Tras varios borradores fallidos, el viernes de madrugada la presidencia brasileña de la COP30 publicaba in extremis el documento «Mutirâo Global» que sintetiza los acuerdos alcanzados en Belém. «Mutirão» es una palabra portuguesa prestada de la lengua indígena Tupí-Guaraní para hacer referencia al esfuerzo colectivo en aras de un objetivo común -una idea que ha estado muy presente desde el inicio de la cumbre y que a los lectores euskaldunes les recordará al «auzolan» de toda la vida. 

Los primeros análisis del texto, sin embargo, ofrecen opiniones para todos los gustos. Los principales escollos para avanzar en la implementación han estado en las discrepancias sobre la financiación, las políticas comerciales y el cumplimiento del objetivo del 1,5ºC del Acuerdo de París. En un intento por acercar posiciones, el texto pide que se realicen esfuerzos para triplicar la financiación destinada a la adaptación para 2030; propone poner en marcha una «misión de Belém para 1,5 °C», junto con un «acelerador de la implementación» voluntario, «diálogos» sobre comercio y un programa de trabajo de dos años sobre financiación climática.

Para los más críticos, sin embargo, la ausencia en el texto de una referencia explícita a la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y la falta de un plan claro para combatir la deforestación son dos grandes fracasos. Representan la incapacidad para nombrar las causas que están en el origen de la crisis climática y evidencian la influencia de los países petroleros en un marco institucional en el que, la necesidad de consensos unánimes, se traduce en la práctica en la capacidad de veto de unos pocos. La necesidad de reformar los procedimientos decisorios también ha estado presente en las discusiones, aunque sin lograr acuerdos significativos. 

Panelistas de la mesa redonda “Transiciones Energéticas, Minerales Críticos y Finanzas” organizada por la Red Justicia en Minería (GIAN) y la Campaña Jesuitas por la Justicia Climática.

Las lecturas más positivas, no obstante, destacan la  rueda de prensa que un nutrido grupo de países de Europa, América Latina y el Pacífico, liderado por Colombia, celebró para exigir una «hoja de ruta» de cara al abandono de los combustibles fósiles. Mantener el objetivo de 1,5 grados, afirmaron, exige una «eliminación justa, rápida y totalmente financiada de los combustibles fósiles». Colombia y los Países Bajos acogerán la primera Conferencia sobre la Transición Global para Abandonar los Combustibles Fósiles en Colombia en abril de 2026.

Quizás la mayor victoria de esta COP30 sea la creación de un «mecanismo» para la Transición Justa. El denominado BAM («Belém Action Mechanism») es un arreglo institucional demandado por la sociedad civil para establecer principios comunes, coordinar esfuerzos y canalizar financiación hacia iniciativas que promuevan una transición energética justa. La idea de la transición justa ha sido históricamente demandada por los sindicatos de aquellos sectores afectados por la transformación de la matriz energética. En la actualidad, sin embargo, hay un sin fin de iniciativas dispersas relacionadas con la transición energética (desde la lucha contra la pobreza energética, hasta el derecho a la consulta previa, pasando por la buena gobernanza de los minerales críticos). Un mecanismo de este tipo facilitaría la participación de todas las partes interesadas sobre un marco sólido basado en la protección de derechos humanos y medioambientales. Así lo defendimos en la mesa redonda que organizamos desde la Red de Justicia en Minería en colaboración con la Campaña Jesuitas por la Justicia Climática, en la que participaron representantes del Centre Arrupe pour la Recherche et la Formation (CARF), Misereor y Amazon Watch. En este sentido, la creación de este mecanismo es una buena noticia, aunque tardará todavía en hacerse efectivo.
 


Personalmente, más allá del rictus diplomático y el estrés que estas semanas se ha respirado en la «zona azul» de la COP30, me quedo con la alegría y la vitalidad de  la «zona colorida». Como nos recordaron al inicio de la Cumbre de los Pueblos (12-15 Nov), «¡sem folia não tem vida!». Sin jolgorio no hay vida. Esa emoción que surge de la solidaridad entre diferentes estuvo muy presente en las confluencias entre los movimientos populares brasileños, las reivindicaciones de los pueblos indígenas y los movimientos sociales globales herederos del altermundialismo. Los momentos de denuncia vividos en el Tribunal de los Pueblos siempre fueron acompañados por expresiones de solidaridad y motivos para la esperanza. Como también ha sido bonito, independientemente de las creencias de cada quien, presenciar la fraternidad entre religiones y la unidad en la diversidad de voces católicas presentes en la COP30 (entre laicos, religiosas, cardenales, obispos, clérigos, movimientos pastorales, organizaciones juveniles, ONG y muchos más). El resultado de estos diálogos se ha traducido en la publicación de un comunicado conjunto en el que alrededor de 400 organizaciones católicas de todo el mundo renuevan su compromiso con el cuidado de la casa común y la conversión ecológica. A la vista de estos movimientos, podemos decir que la COP30 acabó, pero el espíritu de Belém ha venido para quedarse.