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Venezuela. Trabajo comunitario desde las raíces

Venezuela. Trabajo comunitario desde las raíces

Venezuela ha sido durante décadas país de acogida para personas migrantes y refugiadas, aunque desde hace unos cinco años y debido a la delicada situación que atraviesa ha pasado a ser expulsora de población.  En este contexto el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) ha comenzado  a  acompañar a sus propios conciudadanos y conciudadanas implicándose en un proceso de readaptación, reinventándose y reimpulsándose para dar respuesta a la nueva situación.

 

El JRS-Venezuela trabaja desde cuatro líneas:

  • Educación. Apoyando a personal docente, de la mano con los colegios de Fe y Alegría.
  • Incidencia.  Hasta 2020 centraba su actividad en acompañar procesos de migración segura en la frontera. Con el estallido de la pandemia comenzaron a acompañar procesos de retorno seguro, ya que muchas de las personas que habían abandonado Venezuela se encontraban en situaciones laborales precarias.
  • Reconciliación. El JRS-Venezuela trabaja en las comunidades para generar las herramientas necesarias para que ellas a su vez identifiquen estos posibles casos. A través de las redes comunitarias su trabajo puede llegar mucho más lejos.
  • Medios de vida. Dentro de esta línea de trabajo se han impulsado  iniciativas de “economías pequeñas”, pequeños emprendimiento que han  sido un bálsamo para muchas familias que tuvieron que cerrar sus negocios por los efectos económicos de la pandemia. 

 

La comunidad de la Vega, en la ciudad de Caracas, es una experiencia piloto del JRS que permite generar procesos de organización comunitaria.  Se trata de una experiencia de acompañamiento en clave de reconciliación que se lleva a cabo fundamentalmente con mujeres y jóvenes, a través de procesos formativos vivenciales, que derivan en cambios significativos en las personas acompañadas,  y  que fortalecen los procesos de organización comunitaria que actualmente se llevan a cabo, sobre todo en un contexto tan complejo como el que se ha vivido durante los dos últimos años.

 

El JRS-Venezuela en Caracas, y en especial en La Vega, se articula a través de trabajo con líderesas comunitarias que pertenecen al JRS y que conocen bien su comunidad y sus necesidades. El JRS abrió una oficina en el colegio de Fe y Alegría en la zona, ya que las dos organizaciones trabajan de manera muy articulada, y de esta manera la gente sabe a dónde dirigirse. En este mismo local se almacenó material que se distribuyó durante la pandemia, a la vez que se ahorran costes de almacenaje y distribución y se reduce el riesgo de robos.

 

El proyecto es una iniciativa que nace de la “reconciliación preventiva” que apunta a que ante la imposibilidad de acabar con la violencia estructural, ni con lo que le ocurre a lo largo de la vida, si se puede  cambiar la manera de enfrentarlo y transmitirlo en el seno de las familias.  

 

En primer lugar realizamos formaciones destinadas a personas vinculadas a la Compañía de Jesús y que participábamos de espacios en La Vega: JRS, parroquias, movimiento juvenil Huellas y Fe y Alegría. Una vez concluidas las formaciones ya podíamos comenzar a trabajar en clave de agentes multiplicadores de la experiencia para formar a mujeres de la comunidad, ya que el 90% de las personas participantes en este proyecto son mujeres jóvenes que aún no han cumplido los 35 años. No son educadoras, pero conocen sus comunidades y sus problemas y necesidades. Algunas de ellas han sido madres muy jóvenes y participar en el proceso les ha permitido realizar  procesos de reconciliación con  sus propias historias de vida y familiares.  Estas mujeres un firme compromiso con sus comunidades y son pieza fundamental  ya que son auténticas tejedoras de redes que ayudan al JRS a llegar más y más lejos. Detectan las necesidades individuales y más generales que hay en el vecindario y se han convertido en un baluarte para la comunidad y para el proyecto.

 

  • Fotos JRS-Venezuela