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RD Congo-Euskadi. Prácticas laborales que rompen barreras: un shock que merece la pena vivir

Nutrikongo

Cuando Marina Ozalla, natural de Galdakao (Bizkaia) y Jensie Castillo, de San Pedro Sula (Honduras), estaban a punto de finalizar su Máster Calidad y Seguridad Alimentaria de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)  escucharon la posibilidad de realizar sus prácticas en la República Democrática del Congo, no lo dudaron y partieron hasta el país africano para incorporarse a Nutrikongo, una cooperativa que cultiva y elabora productos a partir de sésamo y otros cultivos estratégicos, en Kisantu al oeste de RD Congo.

 

¿Cuándo comenzasteis a estudiar el máster pensabais que acabaríais realizando las prácticas en RD Congo?

Marina Ozalla: No, elegí un máster con practicum con peso, pensando en conseguir experiencia laboral, pero cuando escuché la posibilidad de realizarlas en RD Congo, enseguida me llamó la atención.

Jensie Castillo: Soy hondureña y llevaba tan solo 6 meses en Euskadi, pero el proyecto de Nutrikongo enseguida resonó en mí, ya que en Honduras pasé 3 años trabajando en una fábrica de galletas, y la posibilidad de trasladarme hasta la cooperativa de Lukaya casaba con mis valores familiares y personales de apoyo a la comunidad.

 

¿Cuál ha sido vuestra función?

M.O.: Hemos hecho de todo un poco, y aunque el tema del marketing ha sido complicado, ya que las fórmulas que aprendes tienen sentido en el mercado europeo/occidental, pero no funcionan allá, así que hemos tenido que improvisar y adaptarnos.

 

¿Cómo fue la acogida en la cooperativa?

J.C.: Muy positiva. Se mostraron alegres y nos abrieron sus puertas de par en par. Además desde Alboan Cristina Maoño, técnica de voluntariado, y Octavio Romano. técnico de cooperación internacional, nos han acompañado durante todo el proceso: antes de marchar, durante las prácticas y al regreso.

 

¿Recomendaríais este tipo de experiencia?

M.O.: Sí, totalmente, pero no creo que estas prácticas sean "para todo el mundo". Hay que ir mentalizada ya que se trata de un contexto, cultura, modo de trabajar tan diferentes, y al fin y al cabo nosotras no somos profesionales de la cooperación.

J.C.: Es una experiencia inolvidable. Hay que ir con la mentalidad abierta a nuevas ideas y formas que quizás no tengan nada que ver con tu vida, pero que en el contexto tienen sentido.

 

¿Habéis tenido que hacer frente a alguna barrera?

J. C.: Sí, claro. La barrera del idioma era muy evidente ya que hay muchas personas que no hablan francés. Se trata además de un contexto muy machista y como mujer para mí fue un reto, porque en el ámbito profesional el trato era diferentes para mujeres y para hombres. Ha sido una oportunidad para reflexionar más en profundidad en temas como el racismo y el sexismo.

M.O.: Así es. El machismo está en todas partes y en el plano profesional teníamos la sensación de que nuestras opiniones no eran tenidas en cuenta. En la cooperativa trabajan 7 personas: 5 hombres y 2 mujeres, y todos los puestos de responsabilidad están ocupados por hombres. Nuestras compañeras ocupan posiciones claramente subordinadas. Ha sido un shock que merece la pena vivir. Te cambia absolutamente la perspectiva

 

¿Seguiréis vinculadas con RD Congo?

J.C.: Seguimos creyendo en este tipo de proyectos. Estamos dispuestas a seguir colaborando con Nutrikongo, u otra organización similar.

M.O.: Este tipo de experiencias te abren los ojos ante la realidad, pero te da esperanza. Hay posibilidad para el cambio. Vuelves diferente.

 

* La cooperativa alavesa UDAPA es colaboradora habitual y vieja aliada de Alboan, ha jugado un papel fundamental en esta experiencia. La interlocución de Koldo López de Robles, responsable de la planta de procesados de patata PATURPAT, fue fundamental en la interlocución con la UPV/EHU y en la identificación del alumnado. Koldo acompañó personalmente a Jensie y Marina durante sus primeros 10 días en Kisantu, y posteriormente tutorizó sus prácticas on-line.