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Programa Mieza: Las mujeres y niñas africanas no se rinden

Programa Mieza: Las mujeres y niñas africanas no se rinden

El pasado mes de junio tuvo lugar la última de las visitas realizadas dentro de la fase de diagnóstico del Programa Mieza de ALBOAN, que tiene como propósito acompañar a mujeres y niñas africanas que han sufrido violencia en situación de refugio y desplazamiento.

Durante el último año ALBOAN ha realizado un trabajo preliminar que recupera testimonios de mujeres y niñas que han sobrevivido a situaciones de violencia sexual y que comparten sus experiencias, sueños y peticiones para el futuro. Estos viajes nos han permitido comprobar las capacidades institucionales y las acciones que desarrollan las entidades locales con las que ALBOAN colabora en África a fin de identificar buenas prácticas y áreas de mejora. La información recopilada permitirá identificar las líneas de acción que se desarrollarán durante los próximos cinco años, de 2019 a 2024.

 

Viaje a África Este

El equipo formado por Mateo Aguirre sj, Sabina Barone y Odette Houedakor viajó a África oriental para conocer las diferentes situaciones de refugio que se viven en Sudán del Sur, Etiopía y Kenia. En el campo de personas refugiadas de Mabán, al noreste de Sudán del Sur, nos encontramos con mujeres musulmanas sudanesas que escaparon del conflicto de 2011. En Melkadida, al sur de Etiopía, conocimos la realidad de mujeres y niñas musulmanas somalíes desplazadas desde 2009 por las sequías y las hambrunas en Somalia y por la inseguridad generalizada del país. Para finalizar, visitamos Kakuma, noroeste  de Kenia, uno de los campos más antiguos de África, destino desde 1994 de diferentes flujos de desplazamiento forzado, desde República Democrática de Congo, Ruanda, Burundi, Somalia y Sudán del Sur. Allí conversamos con mujeres y niñas cristianas de nacionalidad sursudanesa que llevan desplazadas décadas a consecuencia de diferentes conflictos, primero en Sudán y luego en Sudán del Sur, motivo por el que algunas de las mujeres entrevistadas habían nacido en Kakuma.

 

Mujeres que reconquistan la esperanza

A pesar de las diferencias que existen entre cada uno de los emplazamientos visitados, todos los relatos de las mujeres y de las niñas evidenciaron situaciones de extrema vulnerabilidad en las que se solapan múltiples formas de violencia, generalmente anteriores al desplazamiento forzado. La persistencia de prácticas tradicionales -matrimonio precoz, tanto en comunidades cristianas, como musulmanas; la mutilación genital femenina, predominante en la comunidad somalí o la posición  subordinada a los hombres- exponen a niñas y mujeres a situaciones de violencia física y psicológica, al abandono escolar y a la dependencia económica. A estas dinámicas de violencia se suman vivencias traumáticas como los conflictos armados y las hambrunas que las desterraron de forma repentina. La situación de movilidad y de refugio agudiza la precariedad económica y dificulta el acceso a los servicios básicos –educación y sanidad- y genera más inseguridad. En los tres países las mujeres refugiadas reportaron casos de violación de parte de desconocidos en las afueras de los campos y de asaltos nocturnos a sus moradas. Además, a menudo la movilidad forzada y la situación de refugio ocasionan conflictos y rupturas familiares que obligan estas mujeres –que quedan solas- a hacerse cargo de numerosos hijos e hijas.

Ante estas situaciones de violencia y precariedad económica, las mujeres y las niñas entrevistadas presentan estados de ansiedad y miedo y algunas consideran que su vida está acabada. Sin embargo, muchas mantienen un fuerte deseo de superación y quieren un futuro mejor para ellas, sus hijos e hijas. Varias asociaciones de mujeres refugiadas expresaron su deseo de tener más voz en sus comunidades para transformar las prácticas tradicionales antes mencionadas y para participar en procesos de mediación comunitaria en casos de violación, que en ocasiones las obliga a casarse con su agresor. Resulta esperanzador comprobar que a pesar de los golpes de la vida hay mujeres y niñas  que quieren seguir buscando caminos para  la superación. Como dijo una joven mujer durante su entrevista y como también está escrito sobre un muro en el espacio de protección para mujeres en Kakuma: “I will never give up”, “Nunca voy a rendirme”.

 

 

Retos para el futuro

Este viaje ha servido para confirmar diversos retos y áreas de mejora en el trabajo a favor de las mujeres y las niñas:

profesionalización de la atención psicológica.

Mayor oferta educativa y de formación profesional. Uno de los mayores retos es la renovación de las actividades generadoras de ingresos, ya que las que habitualmente se proponen -peluquería, costura o repostería- tienen escasa oferta laboral y reproducen roles femeninos estereotipados.

Para hacer frente a estos retos ALBOAN acompaña a entidades locales como el Servicio Jesuita a Refugiados y Synergie de Femmes pour les Victimes des Violences Sexuelles en República Democrática del Congo, y planea hacerlo pronto con otras, como la Delegación Diocesana de Migraciones de Tánger, Marruecos, que ya desarrollan varias de estas acciones en el terreno.

A lo largo de los próximos cinco años ALBOAN tiene por delante el importante reto de acompañar a las organizaciones que trabajan junto a las mujeres y niñas africanas para recuperar sus vidas y futuro.

 

Artículo de Sabina Barone