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Manos creadoras, manos sanadoras: mujeres migrantes en la Frontera sur

Frontera sur

La frontera sur de España es actualmente una de las más mortíferas del planeta como consecuencia de las políticas migratorias impuestas por España y por la Unión Europea. Aun así, cientos de hombres y mujeres esperan cruzarla cada día con el objetivo de huir de la pobreza, la desigualdad y la violencia.

 

La costa norte de Marruecos, y la ciudad de Tánger en concreto, representa para muchas de estas personas la última etapa de su viaje antes de llegar a su destino. No obstante, en muchas ocasiones, esta etapa dura meses o años. En estos casos, sobrevivir se presenta como un reto en un país donde ya existe una acusada desigualdad entre la propia población marroquí, también entre hombres y mujeres. 

 

Las mujeres migrantes que llegan aquí forman un colectivo que, sin duda, se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad. Son en su mayoría mujeres de diferentes países de África subsahariana, casi siempre en una situación administrativa irregular, sin una red social en la que apoyarse y víctimas del racismo tanto de una parte de la población marroquí como de la propia policía. A las violencias que sufren en Tánger por el hecho de ser mujeres y de ser negras, hay que añadir todas esas violencias que han vivido durante su camino (en el caso de haber venido a pie). En muchos casos las mujeres están embarazadas o son madres solteras, lo que les dificulta tanto su día a día (a la hora de encontrar un trabajo, los gastos que ello supone, el hecho de ser madre soltera en Marruecos, etc.), como la posibilidad de hacer “boza” (cruzar).

 

Así, en la Delegación Diocesana de Migraciones de Tánger se trabaja no solo para ofrecer ayuda puntual para cubrir las necesidades más básicas (comida, alojamiento, higiene, medicamentos, etc.), sino que representa un punto de encuentro para todas estas mujeres. De hecho, existe un área de trabajo que se llama “Espacio de mujer”, donde se ofrece un espacio para que las mujeres puedan expresarse, aprender mecanismos de resiliencia, autogestión y autonomía, distraerse de sus problemas durante unas horas y crear lazos y amistades entre ellas. En definitiva, crear un espacio seguro para ellas; un espacio que todas necesitamos (y del que muchas injustamente carecen) para abstraernos y fortalecernos contra la violencia que el sistema patriarcal presenta contra nosotras, y al que ellas en concreto se enfrentan junto al sistema racista y colonial. 

 

El taller que más asistencia tiene se llama “Manos creadoras”. En este se pintan bolsos de tela con figuras de mujeres de África subsahariana. El objetivo de este taller es que sus manos creen cosas bellas para que sanen, de algún modo, las heridas de la violencia sufrida a manos de otros, expresar sus sentimientos y dejar a un lado, en la medida de lo posible, sus preocupaciones durante dos horas. En este espacio tienen (y tenemos) la oportunidad de conocerse, de crear amistades entre ellas. Durante estos talleres he visto como unas cuidan de los bebés de las otras, cómo comparten el trabajo y cómo muestran su orgullo y felicidad tras un trabajo bien hecho. En definitiva, he visto sororidad, de la que te hacen sentir parte, y una fortaleza humana enorme ante injusticias brutales de las que han sido supervivientes. 

Claudia Astorqui

 

* Claudia Astorqui Peña, estudiante en prácticas en la Delegación Diocesana de Migraciones de Tánger, organización aliada de ALBOAN. Ella colabora , entre otras cosas, en los talleres "Manos Creadoras" como espacios para mujeres en proceso migratorio. 

 

 Puedes apoyar a estas mujeres a través de la iniciativa "Mujeres en marcha"  AQUÍ