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Frontera Sur. Delegación Diocesana de Migraciones de Nador: una mano amiga en la frontera

Delegación Diocesana de Migraciones de Nador

La Frontera Sur es en la actualidad una de las que más vidas se cobra en el mundo como consecuencia de las políticas migratorias impuestas por España y por la Unión Europea. Aun así, cientos de hombres y mujeres esperan cruzarla cada día para huir de la pobreza, la desigualdad y la violencia.        

María Jesús Martín y Claudia Astorqui de la Delegación Diocesana de Migraciones de Nador visitaron Alboan para dar testimonio de lo que ocurre en la Frontera Sur.                    

La Delegación Diocesana de Migraciones (DDM) es un organismo de la Diócesis de Tánger que cuenta con cuatro sedes: Tánger, Tetuán, Alhucemas y Nador, a las que se les ha incorporado recientemente parte del equipo de la ciudad de Oujda. Entre sus líneas de actuación, la DDM se centra en brindar atención sociosanitaria y ayuda humanitaria a la población migrante que vive en asentamientos informales en los bosques alrededor de la ciudad o en casas de la periferia. Realizan, además, una labor de intermediación entre la población en tránsito y las administraciones e instituciones locales.

 

¿Qué alianzas tiene la DDM  para llevar a cabo su misión?

Claudia: A nivel local trabajamos con la Asociación Marroquí de lucha contra el Sida y con el Colectivo de Migrantes de personas subsaharianas. En Tánger colaboramos con organizaciones locales como la Organización Marroquí para la Planificación Familiar; también con otra organización que trabaja con madres solteras tanto marroquíes  como migrantes. Colaboramos además con organizaciones que facilitan la integración de las personas migrantes en formaciones profesionales, alfabetización en general y clases de idiomas.

María Jesús: También realizamos labores de intermediación con las instituciones y las organizaciones marroquíes a nivel sanitario, realizando acompañamientos a hospitales y centros de salud pública. También colaboramos con otras cuestiones administrativas como el registro de recién nacidos, procesos de enterramiento, y con organizaciones internacionales como la ACNUR o la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para tramitar peticiones de retorno voluntario. 

 

¿Cómo son las personas a las que atendéis?  

María Jesús: Sobre todo hombres jóvenes y en su mayoría de origen subsahariano procedentes de Guinea Conakry, Senegal  y Costa de Marfil principalmente. Aunque desde finales de 2019 se ha dado un incremento de  personas que llegan desde Oriente Medio, de Yemen y Siria fundamentalmente. El número de mujeres que llegan a Nador también ha aumentado. 

Claudia: Se trata de mujeres jóvenes y en muchas ocasiones que vienen con hijos e hijas, o los tienen durante la ruta. 

 

¿Qué dificultades encontráis en vuestro día a día? 

María Jesús: La principal dificultad radica en que trabajamos con una población que está en constante movimiento y es muy cambiante y eso dificulta realizar cualquier tipo de seguimiento a largo plazo.  

¿Cómo ha influido la llegada de la Covid-19 en los flujos migratorios de la Frontera Sur? 

Claudia: Ahora hay restricciones de movimiento. Antes la gente si veía que en Nador no había posibilidades se iba a otra ciudad, ahora eso está mucho más limitado.  

María Jesús: A la hora de distribuir material en los bosques hemos tenido que adaptar las dinámicas del equipo para poder seguir prestando la atención a estas personas.

 

Comentais que ha aumentado la cifra de mujeres que llega  hasta Nador, ¿qué tipo de trabajo lleváis a cabo con ellas?

María Jesús: En Nador tenemos una línea de intervención específica con mujeres. Por un lado se da seguimiento a mujeres embarazadas, y acompañamiento en el hospital cuando dan a luz y posterior atención pediátrica a las niñas y niños siempre que es posible. Realizamos talleres formativos, en los que colabora Alboan a través de su proyecto Mujeres en Marcha, y contamos con espacios seguros: una residencia y apartamentos para la recuperación de las mujeres después de dar a luz y también personas que han sufrido cirugías, traumatismos, en el periodo de convalecencia para que tengan un sitio para recuperarse antes de volver al bosque. 

 

También hemos puesto en marcha proyectos de intervención en los países de origen, destinados sobre todo a la reducción de riesgos de la ruta migratoria, para que si deciden abandonar su país lo hagan con información más veraz que la que suelen tener habitualmente. Este proyecto comenzó en Guinea-Conakry, donde se ha creado una plataforma ciudadana que se está poniendo en marcha con distintas organizaciones locales también para dar apoyo a los migrantes retornados: personas que se marchan y luego vuelven sin recursos. Y este año se ha puesto en marcha en Senegal la misma iniciativa.