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Terremotos de Siria y Turquía: Un año después

Hoy, 6 de febrero, se cumple un año de los devastadores terremotos que sacudieron el sureste de Turquía y el noreste de Siria, dejando un trágico saldo de casi 60.000 personas fallecidas y más de 125.000 heridas. Este desastre natural es la peor catástrofe enfrentada por ambos países en más de un siglo y agravó profunda crisis humanitaria que afecta a esa región.

 

La magnitud de los seismos también ocasionó daños significativos en la infraestructura y los servicios esenciales, afectando a alrededor de 300.000 edificaciones y dejando a miles de personas sin hogar, alimentos, agua y con una urgente necesidad de atención médica y emocional.

 

En Siria, la tragedia se vio agravada por una situación ya crítica debido a la guerra civil que sufre el país y que en abril cumplirá 13 años. Antes del terremoto, 15,3 millones de personas ya necesitaban ayuda humanitaria y 6,8 millones vivían como desplazadas internas, convirtiendo a Siria en el país con mayor cantidad de personas desplazadas en el mundo.

 

Respuesta solidaria desde el primer momento

Entreculturas y Alboan, como miembros de la Red Xavier, y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Siria, estuvimos presentes desde el primer momento con una respuesta coordinada y rápida en Aleppo, Homs, Kafroun y Damasco para acompañar a más de 44.000 personas. 

 

Para hacer frente a las diversas necesidades de las familias afectadas, nos enfocamos en garantizar la seguridad alimentaria, brindar apoyo psicosocial y ofrecer servicios de atención médica. Todo esto con el firme propósito de salvar vidas, aliviar el sufrimiento y preservar la dignidad humana.

 

 

Cuidando de las necesidades básicas

La asistencia alimentaria fue una prioridad clave en nuestra primera respuesta ante la emergencia. Distribuimos canastas de alimentos a más de 11.000 familias para garantizar su bienestar alimentario. Este esfuerzo no solo contribuyó a aliviar la urgencia alimentaria, sino que también sirvió para la recuperación y el bienestar a largo plazo de las familias afectadas.

 

Además, teniendo en cuenta las severas condiciones invernales en Siria, donde las temperaturas descienden por debajo de cero, distribuimos ropa de abrigo para garantizar la protección y el bienestar de las comunidades afectadas durante el periodo más duro del invierno.

Atendiendo el impacto emocional

El terremoto no solo causó necesidades materiales, sino también afectó emocional y mentalmente a las personas. Desde las primeras semanas tras el evento hasta el día de hoy, hemos acompañado constantemente a las familias, ofreciendo ayuda personalizada para que puedan recuperar las dificultades y recuperar el bienestar emocional tras los terremotos.

 

En las semanas inmediatas después de la catástrofe, cuando la sensación de seguridad se desvaneció y la resiliencia se volvió crucial, creamos espacios seguros para que las personas pudieran reunirse y compartir sus experiencias.

 

 

Cuidando de la salud

A través de la Clínica de Emergencia del JRS, ofrecimos servicios médicos y respaldo financiero a aquellas personas que necesitaban atención especial. Esto implicó evaluaciones, diagnósticos y, en ciertos casos, intervenciones quirúrgicas.

 

Este enfoque integral tuvo como objetivo cubrir las diversas necesidades médicas de la comunidad, garantizando el acceso a servicios esenciales y brindando apoyo a quienes requerían intervenciones más complejas.

 

Impacto del terremoto, en la lejanía

Pero el terremoto no solo supuso un gran impacto para la población local, sino que también fue un duro golpe para las familias de origen sirio reasentadas en España. Se dió el caso de personas que, a pesar de tener familiares y amistades afectadas o fallecidas, no pudieron brindar el apoyo, el acompañamiento o la despedida necesaria. El sistema de protección internacional dificulta el desplazamiento de las familias refugiadas impidiendo viajar a países de origen. Además, las personas perceptoras de la RGI, debido a la normativa de la misma, no pudieron contribuir económicamente a la reparación y reconstrucción de la vida de los familiares y amigos afectados.

 

En Euskadi y Navarra, desde el programa Auzolana II, que acompaña procesos de reasentamiento de familias sirias a través del Patrocinio Comunitario, se puso en marcha un plan para proteger y acompañar a las familias en un momento tan complejo. El plan contempla la puesta en marcha de procesos grupales terapéuticos, intensificar el acompañamiento técnico y el apoyo económico a familiares afectados, por impulso de Alboan, Fundación Ellacuria, Loiolaetxea, en Euskadi, y el Centro Lasa, en el caso de Navarra.

 

La red de apoyo, que ya se había generado en torno al Patrocinio Comunitario, fue fundamental para el proceso de reparación del dolor generado por la catástrofe. El vínculo comunitario, que se genera entre las familias y las personas voluntarias del grupo de acogida, es un eje fundamental en el que se ofrece el apoyo social y emocional desde la cercanía y la cotidianidad.

Retos pendientes

Un año después, millones de personas siguen afectadas y desplazadas y necesitan refugio, servicios sanitarios y de salud mental, saneamiento, alimentos y agua. Por eso, continuaremos con nuestro compromiso, brindando apoyo a las familias a través de programas de educación y protección, así como mediante iniciativas de construcción comunitaria y apoyo psicosocial.