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Escuchar la Amazonía en tiempos de Covid-19

Escuchar la Amazonía en tiempos de Covid-19

Sara Diego

Escuchar el grito de la Amazonía, es a lo que el Papa Francisco nos llama a través de la Exhortación Apostólica, Querida Amazonía. Hoy, todo el planeta grita y, evidentemente, la Amazonía también lo hace; grita fuerte, aunque, más debilitada, más vulnerable. La pandemia de COVID-19 está arrasando con una brutalidad estremecedora la cuenca panamazónica: 9 países, 35 millones de habitantes, de los cuales 3 millones son población indígena. Hasta el momento , hay un total de 212.105 casos confirmados y 8.866 personas fallecidas. De estas cifras, más de 6.000 casos confirmados y más de 550 personas fallecidas pertenecen a población indígena. Desgraciadamente, es muy probable que estos datos no se ajusten a la realidad. 

 

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La Amazonía grita por el COVID-19, pero lleva tiempo haciéndolo por otros motivos: la apropiación y privatización de bienes de la naturaleza, megaproyectos que desplazan la población, concesiones madereras que aumentan la deforestación; minería, incendios forestales o el monocultivo, son algunas de las amenazas que sufre la región y que no sólo provocan una degradación ambiental, sino que también ponen en peligro la existencia de pueblos indígenas, su cultura, e identidad. Durante años, los Estados y grandes empresas han considerado la Amazonía una despensa inagotable. Un comportamiento que ha derivado en una crisis socio-ambiental a la que ahora se suma una crisis sanitaria. Ambas se retroalimentan y están visibilizando numerosos problemas estructurales derivados de un abandono histórico de los propios Estados hacia la región y población amazónica, tanto en las zonas rurales, como en las ciudades. 

 

La Amazonía llora por sus pueblos; por el sufrimiento que están padeciendo debido a la propagación incontrolable del virus que, se multiplica a causa del difícil acceso a los servicios sanitarios y a material de higiene y de protección. Un sistema de salud colapsado y corrupto, incapaz de responder y atender a todas las personas contagiadas. Personas que regresan a sus casas o comunidades, llevando el virus a otras familias que no cuentan con los elementos de protección personal recomendados.

Ante esta situación, la Amazonía denuncia la falta de coordinación y escasa capacidad de los gobiernos nacionales y locales para definir y dar una respuesta adecuada en la Panamazonía. El ejemplo más evidente es la negación de la realidad y la consecuente falta de medidas del gobierno brasileño, aunque la pasividad de las administraciones públicas es una actitud presente en la mayoría de países que conforman la cuenca panamazónica. En este sentido, preocupa la ausencia de ayudas públicas que cubran las necesidades básicas de tantas comunidades indígenas que hoy no tienen recursos para acceder a alimentación o agua; consecuencia de la precariedad e informalidad generalizada del empleo, la dependencia del acceso a los cascos urbanos para la compra-venta de productos, y la recomendación u obligación de permanecer en la comunidad, entre otros. Por último, la Amazonía denuncia la falta de información clara y veraz. Las comunidades más aisladas apenas tienen conocimiento sobre la existencia y magnitud del virus, por lo que no pueden definir protocolos de prevención o planes de acción para evitar la propagación masiva. 

 

Pero la Amazonía también responde. Organizaciones y movimientos indígenas y de la sociedad civil, la Iglesia – tanto a nivel internacional, como nacional y local –, y ONG locales e internacionales en favor de los DDHH o la justicia ecosocial, entre otros. Todos ellos se están movilizando para responder a esta pandemia. En concreto, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) está haciendo un gran trabajo para coordinar una respuesta junto con otros actores, algunos de ellos ligados a la Compañía de Jesús, como el Servicio Jesuita Panamazónico (SJPAM). Una acción unificada dirigida a responder a las necesidades básicas – compra y distribución de alimentación, agua, medicamentos, productos de higiene y protección o divulgación de información para la prevención – pero también, a llevar a cabo acciones de incidencia, denuncia y sensibilización que nos lleven a escuchar y responder a los gritos de una Amazonía olvidada, vulnerada y vulnerable. 

 

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