Pasar al contenido principal

Entrevista con Gianfranco Dulanto, Director de la Oficina de Desarrollo y Procura de Perú

Gianfranco Dulanto

Hablamos con Gianfranco Dulanto, Director de la Oficina de Desarrollo y Procura de fondos de Perú (ODP), la entidad con la que, desde Entreculturas y ALBOAN, nos estamos coordinando para dar respuesta a la emergencia humanitaria causada por las inundaciones del pasado mes de marzo.
 
Cuéntanos, ¿qué misión tiene la ODP?
La Oficina de Desarrollo es una estructura de soporte al servicio de la vida y misión de la Compañía de Jesús en el Perú. Específicamente, nosotros articulamos actores con necesidades de financiamiento para llevar a cabo proyectos educativos, sociales o pastorales en la Provincia. Asimismo, prestamos servicios diversos a las obras y a la Provincia en general, para que puedan ir alcanzando niveles de auto sostenibilidad y para que puedan hacer de la mejor manera el trabajo apostólico que les ha sido encomendado.
 

Más allá de este trabajo de fondo y a largo plazo, ¿qué papel jugó la ODP en la emergencia de las inundaciones de marzo?
Nosotros, como Oficina de Desarrollo, recibimos el mandato del Padre Provincial para centralizar toda la captación de recursos necesarios para dar respuesta ante las inundaciones y desastres ocurridos principalmente en la Región Piura, la más afectada del norte del país. Pero siempre en coordinación con la Plataforma Apostólica de Piura, donde está el Padre Superior que en la zona está liderando una parte importante del proceso de ayuda a los damnificados.
 
¿Qué impacto tuvo esta catástrofe?
Creo que ha sido uno de los desastres más lamentables de los últimos tiempos. Estamos hablando de 150.000 familias que se han visto damnificadas, además de muchos miles más afectados. Muchas viviendas se han destruido. Y, ahora mismo, no solo no tienen casa, sino que están en riesgo de padecer enfermedades como el zika, el dengue… porque existen muchos focos infecciosos que están comprometiendo la salud y, en algunos casos, hasta la vida de personas en el norte.

 
Ante ese encargo de coordinación, ¿cuál ha sido la estrategia de respuesta?
Nosotros hemos trabajado en paralelo con dos enfoques: movilización de fondos por un lado, y movilización de bienes en donación. Lo primero que hicimos fue crear las cuentas bancarias y crear una campaña de sensibilización al interno para animar a todos nuestros ciudadanos y compatriotas a hacer aportes económicos que nos permitiesen comprar víveres y bienes. También hemos contado con el apoyo de instituciones diversas, entre ellas Entreculturas y ALBOAN, que se juntaron en España para poner a disposición cuentas bancarias que facilitasen el aporte de los amigos de España para apoyarnos en la compra de estos bienes en un primer momento.

El trabajo paralelo que te decía fue el acopio de bienes en donación: habilitamos puntos de acopio en distintos puntos de la ciudad de Lima principalmente y de Piura, en las zonas que no fueron afectadas. Lanzamos comunicaciones para que la gente y las obras de la Provincia (por ejemplo el Colegio San Ignacio de Piura, el Colegio Inmaculada de Lima, la Universidad Ruiz Montoya…)  supiesen dónde y en qué momentos podían acercarse y qué tipos de bienes estábamos necesitando. Todo esto se dio en la primera fase de emergencia.

Pero la estrategia no se queda en esta primera fase; hay una segunda de rehabilitación. Aquí nos hemos enfocado en la prevención de las enfermedades infecciosas. Y, posteriormente, la última fase, de reconstrucción. Hablamos de reconstrucción y no de construcción porque, de hecho, parte del problema es que muchas de las viviendas que han sido destruidas están ubicadas en zonas donde nunca debieron ser construidas.
 
¿Qué mensaje lanzarías a quienes nos están leyendo?
Los invitaría a seguir dando muestras de solidaridad. Siempre hay un primer momento en el que la emergencia tiende a tener una mayor exposición, sobre todo en la época de las lluvias, pero no nos olvidemos de que, a pesar de que las cámaras dejen de estar presentes, la gente aún sigue sin viviendas. Reconstruir 13.000 viviendas no es una tarea fácil y, de hecho, a nivel de Gobierno están definiendo zonas, viendo a quién se va a poder apoyar… Entonces espero que este tiempo -espero corto-  de planificación, no sea causa de desentendimiento de un problema que sigue siendo latente. El compromiso nuestro es apoyar hasta el final, hasta que esta gente pueda volver a tener un techo y una vida digna.