Viaje al corazón de los olvidados en Líbano

Alboan, Entreculturas, la Red Xavier y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) trabajamos en este país para garantizar estabilidad y esperanza a las personas migrantes que han sido rechazadas por el sistema libanés en plena guerra. Puedes apoyar nuestra labor haciendo clic aquí.
Septiembre de 2017 y diciembre de 2024. Estas dos fechas resumen mi experiencia como testigo de las crisis de desplazamiento en Líbano junto a Alboan y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS). Dos viajes separados por siete años, pero conectados por las historias de quienes sobreviven en un territorio desbordado por las consecuencias de dos conflictos regionales e internacionales.
Septiembre de 2017
En 2017, Líbano albergaba a más de un millón y medio de refugiados sirios, palestinos y migrantes de otras regiones. Adam y Saleh, dos niños que habían huido de Siria tras perder a su hermana en un bombardeo, reflejaban el impacto devastador de la guerra en las vidas de los más jóvenes. Saleh se quedó mudo tras el bombardeo en su barrio y ver morir a su hermana. Cuando le conocí solo dibujaba coches. Porque fue un coche lo que les salvó la vida. Aquella historia me marcó espacialmente, empujándome a entrar en Siria por primera vez y buscar su barrio a las afueras de Damasco un año después.
Mientras Adam y Saleh y otros niños recuperaban la niñez en el valle de la Bekaa, cerca de la frontera siria, el JRS también gestionaba centros para las mujeres, cuya situación era si cabe más compleja. Una joven madre de 35 años describía su vida como una doble prisión. “Ser mujer y refugiada es morir en vida”, me susurró, a la vez que se separaba de la presencia de su padre. Muchas de estas mujeres ni siquiera podían salir de los campamentos, temerosas de sufrir represalias si buscaban independencia. Su imagen forma parte de una de las exposiciones de fotografías de Aboan que recorre los colegios.
La realidad de Líbano cuatro meses después de los bombardeos

Siete años después, en 2024, las circunstancias no han mejorado. Según Naciones Unidas, Líbano ha sufrido desde el 23 de septiembre al 27 de noviembre las semanas más trágicas en décadas, en un contexto en el que sigue siendo el país con más personas refugiadas en el mundo en proporción con su población. Al millón de desplazados se suma millón y medio más, víctimas de los recientes enfrentamientos entre Israel y Hezbolá.
En Beirut, Baalbek y el valle de la Bekaa, los bombardeos han dejado a miles sin hogar. Entre ellos está Jude, un niño ciego de siete años con parálisis cerebral, cuya casa fue destruida en un ataque aéreo. Ahora recibe apoyo en un centro del JRS, donde intenta superar las secuelas del conflicto.
La economía del país también se ha deteriorado. En 2017, los refugiados sobrevivían en asentamientos ilegales, pagando alquileres abusivos a propietarios privados mientras las mafias controlaban el acceso a recursos básicos. En 2024, la situación es aún más precaria. Muchas familias han agotado sus recursos y dependen completamente de la ayuda humanitaria. Sin embargo, los fondos internacionales son insuficientes, dejándoles sin acceso a alimentos, agua potable y electricidad. Sin esperanza. Un escenario perfecto para la trata de personas.
Entretanto, el 8 de diciembre, la caída del régimen de Bashar al-Asad en Siria generó un nuevo flujo de desplazados hacia el Líbano. Durante mi visita a la prisión de Saydnaya, símbolo de la represión del régimen sirio, entendí el nivel de violencia que ha impulsado este éxodo. Según Amnistía Internacional, entre 2011 y 2015, más de 13.000 prisioneros fueron ejecutados en secreto en esta cárcel. Las historias de tortura y muerte explican por qué millones de sirios arriesgaron todo para escapar.
El JRS y Alboan en Líbano
El JRS y Alboan también se enfrentan a otro desafío: apoyar a migrantes africanos y asiáticos que llegan a este lugar del mundo atrapados en redes de explotación laboral. En 2017, los centros gestionados por estas organizaciones ya ofrecían refugio a estas personas. En 2024, la situación no ha cambiado: muchos migrantes siguen siendo víctimas.
En Beirut, el JRS acoge a estos trabajadores, proporcionándoles apoyo legal y emocional. Johnson, un refugiado sudanés que ha huido de tres guerras, trabaja como voluntario, ayudando a otros desplazados a encontrar estabilidad.
A pesar de las dificultades, se multiplican los ejemplos de resiliencia a nivel local. El 15 de noviembre, una jornada solidaria organizada por Alboan en Pamplona recaudó más de 5.000 euros para apoyar los proyectos del JRS en Líbano. Estos fondos permitieron entregar kits educativos y atender necesidades básicas de refugiados como Jude. Sin embargo, la magnitud de la crisis supera los recursos disponibles, subrayando la necesidad de un mayor compromiso internacional.
Al regresar a Europa, resulta inevitable comparar la estabilidad de Occidente con la realidad de Oriente Medio. La labor de Alboan, Entreculturas, la Red Xavier y el JRS sigue siendo crucial para brindar apoyo a quienes lo han perdido todo. Y tú puedes apoyarles. Sus esfuerzos no solo canalizan ayuda inmediata, sino también esperanza para aquellos que intentan reconstruir sus vidas en medio de una crisis humanitaria sin precedentes que parece no tener fin.