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Las mujeres tocan la vida. La experiencia de la comunidad Valmiki en Ahmedabad

La experiencia de la comunidad Valmiki en Ahmedabad

Jessica Mora Álvarez

La India acapara titulares debido al gran crecimiento que experimenta su economía, mientras que algunos índices del desarrollo que parecen haberse detenido. Con una población estimada en 1200 millones de habitantes, una de cada cuatro personas siguen viviendo en la pobreza. En Gujerat la situación no es diferente. Con 67,6 millones de habitantes, de los que 28,9 son mujeres,  Gujerat ha visto crecer su economía por el efecto del éxodo desde el campo a la ciudad. Son muchas las personas que animadas por la falsa promesa de nuevas oportunidades, dejan su hogar y se trasladan a la ciudad, donde  las viejas trabas de siempre producidas por el sistema de castas, obliga a dalits, adivasis, mujeres, niños, niñas y grupos minoritarios a luchar contra la exclusión, la vulneración, y la pobreza.

Dentro del sistema de castas encontramos a la comunidad Valmiki, considerada la subcasta dalit más excluida. La práctica totalidad de este grupo se dedica al manual scavenging, es decir  la recolección y limpieza manual de los desechos de origen humano, con herramientas precarias: cestos, cubos y cepillos. De su desempeño adquieren su carácter impuro. Pese a que dicha actividad fue prohibida en 1993 y ratificada en 2013, aún la comunidad se ve obligada a realizarlo, mientras los gobiernos locales miran hacia otro lado perpetuando así su situación de exclusión en diferentes esferas de la vida, ya que la gran parte de la comunidad vive en slums, barrios marginales, por carecer de documentación de identidad que les permita  acceder a bienes y servicios como educación, nutrición, salud o agua, y discriminación para participar de espacios o celebraciones. Esta situación de indocumentación, y la propia pertenencia a la comunidad, propicia que sufran violaciones de derechos humanos, situación que se ve a grabada más aún en el caso de las mujeres que son discriminadas por género, casta, clase y religión, incidiendo directamente sobre su autoestima, sentir y pensar.

El Human Development and Research Centre, HDRC, centro adscrito al St. Xavier Non-Formal Education Society, del que ya os hablábamos en esta misma revista hace unos meses, trabaja para hacer frente a esta situación y para que el cambio sea posible. Inician su andadura trabajando para mejorar la educación rural. En la actualidad el HDRC trabaja además en otras áreas, como por ejemplo acompañando mujeres desde 1997. En 2007 Jimmy Dabhi Sj afirmaba en relación a las mujeres marginalizadas “La pobreza es estudiada por pocas personas, observada por algunas y experimentada por millones”; así que abogando por la justicia, reconocen que pese a la opresión que padecen, sobresale su fortaleza, empatía y capacidad para organizarse.

El HDRC trabaja acompañando mujeres y realiza un especial esfuerzo en la construcción de capacidades de las personas y de sus comunidades. Desde 2016 implementa un proyecto basado en el enfoque de derechos, que nace como respuesta a la falta de pleno acceso a los derechos para la comunidad Valmiki -especialmente de mujeres, niños y niñas- producto de una discriminación histórica y que lejos de desaparecer, va en aumento.

El proyecto se desarrollará hasta 2019 y busca formar y reforzar 20 colectivos en 20 slums de Ahmedabad, que estarán liderados por 51 mujeres y en los que también participarán más de 200 personas de las comunidades. Al finalizar el proyecto todas ellas habrán participado en procesos de formación que les permita adquirir las herramientas necesarias para trabajar coordinadas en red. Gracias a este proyecto, que cuenta con el apoyo de ALBOAN, serán capaces de representar a sus comunidades ante las administraciones. Hablamos de lecciones de autoestima y dignidad que les permitan liderar el cambio a través de la reivindicación de sus derechos.

En el camino la comunidad Valmiki ha encontrado retos y aprendizajes que merecen ser tenidos en cuenta:

  • La persistencia de las mujeres de la comunidad a la hora de presentar propuestas y peticiones.
  • La infancia y la juventud se siente parte de la comunidad y eso facilita la participación a la hora de reivindicar su derecho a la educación y sus ganas de continuar estudiando.
  • Los hombres de la comunidad se ha ido incorporando y apoyando las propuestas lideradas por las mujeres de la comunidad.
  • Las personas participantes han aprendido a conocer el funcionamiento de las instancias públicas y la burocracia, así como la adquisición de la documentación de identidad de la que antes carecían.

 

El camino recorrido por estos colectivos Valmiki supone un reto esperanzador ya que no se consiste tan sólo en formar grupos de trabajo y discusión, sino que implica que las personas participantes se conviertan en agentes de cambio activos capaces de enfrentar las trabas que la historia, la estructura de castas y las instituciones vigentes les ponen cada día para perpetuar la invisibilidad de su situación.

Desde ALBOAN apostamos por seguir caminando para poner rostro a quienes demandan un mundo más justo que garantice la dignidad de todos los seres humanos.