Tejer resistencias frente al despojo del territorio
Entre el 3 y el 6 de mayo tuvo lugar en Loiola el II Encuentro de Defensoras de Nuestra Casa Común en el que han participado 11 defensoras procedentes de Honduras, Guatemala, Colombia, Perú y Venezuela. Durante esos días estas mujeres han compartido espacio en torno al concepto cuerpo-territorio. Un lugar para el encuentro y la sanación en el que han aflorado vivencias y experiencias, llegando a muchos puntos de conexión, a pesar de las realidades geográficas y sociales que aparentemente les separa.
La cita comenzó con un espacio diseñado para que las participantes tuvieran la oportunidad de conocerse y reconocerse desde su propio cuerpo-territorio. Algunas de las defensoras, como Anitalia Pijachi (Amazonía colombiana) y Lily Calderón (Amazonía peruana), ya coincidieron en el primer encuentro que organizamos hace un año en Berriz. Otras se habían conocido en espacios virtuales, y algunas era la primera vez que se veían. Todas ellas compartieron historia de vida, su experiencia personal y las causas que habían tejido la relación entre sus cuerpos con el territorio.
Al día siguiente la sesión arrancó con un ritual intercultural en el que dialogaron el payaso Porrotx y Anitalia. Ofrecieron a la tierra 2 hayas que Pirritx, Porrotx y Marimotots nos encomendaron al equipo de Alboan durante su espectáculo Ez gara jaitsiko!, y que hemos cuidado hasta que ha llegado el momento de devolverlas a la Madre Tierra. La jornada, que fue muy conmovedora, nos invitó a reflexionar sobre qué entendemos por el binomio Cuerpo-Territorio. Eso nos ofreció espacio para fijarnos en los impactos que las violencias dejan en nuestros cuerpos y en nuestros territorios y comunidades, y cómo tratamos de repararlos y de sanarlos. Una vez más salieron a la luz las interconexiones existentes entre los territorios diversos y distantes.
La tercera sesión coincidió con la celebración del Día de la Madre, excusa que aprovechamos para dedicarlo a honrar a la Madre Tierra. Durante la mañana las compañeras de la Guajira (Colombia), María José Pinto y Yaneth Ortiz, nos invitaron a realizar una wayunkerra, una muñeca de barro que nos representara y que recogiera nuestras cicatrices, imperfecciones, nuestras luchas y también nuestras resistencias. El resto de la jornada lo pasamos acompañadas por la bióloga y ecologista vasca Aitziber Sarobe, en cuya compañía recorrimos la costa gipuzkoana. Al llegar a Getaria nos detuvimos en la estatua de Elcano, lo que nos brindó un espacio de conversación en torno a la colonización, o más bien el despojo y la invasión, y las narrativas utilizadas en las conquistas de los territorios, y cómo cinco siglos después esas narrativas perduran en el neocolonialismo que encarnan las empresas trasnacionales.
La última sesión correspondió a las hondureñas, Martha Ramos y a Dalila Santiago, dar comienzo a la jornada compartiendo un centro con elementos de la naturaleza para reconocer la vida que nos regala la Madre Tierra. A partir de ahí recogimos el encuentro y lo plasmamos en un tapiz en cuyo centro hay una abuela maya que representa a nuestras ancestras y la importancia de mantener vivo su conocimiento. Entre todas pintamos lo que hemos traído y lo que esta cita nos ha regalado, el aprendizaje que cada una se lleva de vuelta a su comunidad.
En general, este segundo encuentro ha sido un éxito que puede resumirse como lugar de sororidad y humanidad compartida.
- Esta iniciativa cuenta con el apoyo de La Diputación Foral de Bizkaia y del Ayuntamiento de Donostia.
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